Vellas: Alma de Ganador

Realizador y Socio de Saigón Filmes.

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Constancia y consistencia ya son parte de la carrera del Realizador brasileño Vellas en su relación con El Ojo de Iberoamérica. De la belleza en blanco y negro del multipremiado Alma, de F/Nazca Saatchi & Saatchi para Leica, merecedor del Gran Ojo Producción Audiovisual 2013, a la fuerza y potencia narrativa de Watermopilasgrado, de Africa para Mitsubishi, Oro de Mejor Dirección en El Ojo 2016, pasando por la emocionante narrativa sobre la vida del astro del básquet brasileño Oscar, en la pieza El Debut (2017), reapareció Vellas en su mejor versión 2018 para repetir la hazaña de 2016 y consagrarse por segunda vez en su carrera como Mejor Realizador de Iberoamérica. Es el tercer año consecutivo que el Socio de Saigon Filmes recibe, además, el reconocimiento como Mejor Realizador de Brasil y su empresa como Mejor Productora. ¿Cuáles son sus secretos? ¿Cómo evalúa el desarrollo de su carrera en esa exitosa trayectoria a lo largo de los años? ¿En qué proyectos se encuentra trabajando ahora? Todas las respuestas y más en esta entrevista exclusiva con LatinSpots.

-Volvió Vellas en un año lleno de éxitos, que devienen de una acumulación de grandes películas como Alma (2013), Watermopilasgrado (2016), El Debut (2017) y ahora el reconocimiento, por segunda vez en su carrera, como Mejor Realizador de Iberoamérica en El Ojo. ¿Qué importancia tiene ese reconocimiento en su trayectoria profesional? ¿Cómo viene evolucionando su carrera en el marco de tantos premios? ¿Cuáles fueron sus mayores aprendizajes en todo ese período?
-Me pone muy feliz el reconocimiento y el hecho de ganar por segunda vez el premio como Mejor Realizador de Iberoamérica. Lo que más me puso contento este año es que tuve más de un film recibiendo premios. Eso para un director es excelente. Da consistencia al trabajo. Realmente Alma fue un film muy importante. Impulsó mi carrera, me puso en el mapa y dio confianza para que las agencias me llamaran para hacer trabajos más grandes y más importantes. Firmé representaciones internacionales con Somesuch, Anonymous, Anorak, Frenzy… todo por cuenta de su éxito. En realidad, sin demagogia, cada film es un aprendizaje. No es de otra manera. Por más experiencia que uno pueda tener, todo film tiene su dificultad. No hay película fácil. Hacer publicidad, en el fondo, además de adictivo, es una tremenda escuela de cine. Las oportunidades que uno tiene de filmar en lugares absurdos, escenas diferentes con contextos diferentes nos capacita y nos enseña a pensar y a solucionar problemas. A encontrar soluciones rápidas. Publicidad es eso, cada segundo tiene que ser lindo. Increíble. Eso es una presión extrema, desde el momento en que recibimos el guion hasta el día que vemos la película completa al aire, en la casa de mamá, en una tarde de domingo.


-Hablando un poco sobre Astronauta, ¿cuáles fueron los grandes desafíos de dirigir ese film?
-Dirigir a niños es siempre un desafío. Siempre difícil. Quería que todo quedara lo más natural posible. Que se pareciera más al cine y menos a publicidad. El rompe cabezas entre plazo, presupuesto, storytelling, post producción fue especialmente complejo con ese film. Es una película que me agrada mucho en su resultado final. Pero en el fondo soy muy crítico conmigo mismo... Si fuera a refilmarlo mañana, intentaría hacerlo diferente algunas cosas. Pero siempre soy así con todos los trabajos que hago. Incluso con Alma, hubiera hecho algunas cosas muy diferentes hoy.


-¿Cómo fue la oportunidad de trabajar con BBDO París para dirigir #ShutUpDeath para Médecins du Monde?
-Tengo algunas representaciones internacionales, y en Francia estoy con Frenzy. Alex, Director Creativo de BBDO, dijo que era fanático de mi película de Leica, y que cuando escribió ese guion, lo pensó en mí para dirigirlo. No lo creía mucho. Ellos mandaron el guion a Frenzy, y me acuerdo que lo leí en un almuerzo en el set de otro film que estaba dirigiendo. Y, obviamente, me puse muy animado y quería hacerlo de cualquier manera. Había una gran limitación de presupuesto, pero no podía dejarlo pasar. Traje, entonces, los tipos a Brasil e hicimos todo por aquí, en una coproducción Saigon y Frenzy. Filmamos todo en tres días en San Pablo y Santos. Creo que fue la única manera que sería posible hacer en la dimensión que hicimos. Me gusta mucho ese film.


-Las locaciones no se parecen nada a Brasil. ¿Cómo fueron los días de filmación?
-Fueron tres días insanos. Había que parecerse a África en los más profundos detalles. Elenco, arte, color, todo debería parecerse con algún país africano en guerra civil. La idea principal fue ir a buscar el elenco en el centro de San Pablo. Fuimos a buscar Nigerianos, Senegaleses, Congoleses, Haitianos… Fuimos a buscar en las calles, restaurantes de inmigrantes, en el boca a boca. Quería a negros diferentes de los negros brasileños. En Brasil hay mucha mezcla, y necesitábamos a personas con características nítidamente africanas. Conseguimos 150 nombres, y 70 aparecieron. Muchos tenían miedo a que fuera una estafa o una trampa para atraerlos y que fueran extraditados. Muchos no tenían siquiera un documento. Fue complejo. Por suerte la agencia fue un gran partner, y entendió que ese job tenía que hacerse en el impulso. Sin detenerse y rehacer mucho, sin muchas opciones de acting. Fue un espíritu de film independiente y sin dinero.


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