Leandro Raposo: La nueva The Cyranos en evolución

Fundador y Presidente Creativo de The Cyranos.

<p>Fundador y Presidente Creativo de The Cyranos.</p>

Cerca de cumplir un año de su relanzamiento, The Cyranos se consolida como un hub de creatividad global con headquarter en Barcelona. La decisión de Leandro Raposo de apostar por su autonomía, a través de un management buy out (compra de acciones) adquiriendo la titularidad total de la compañía al grupo McCann, se festeja hoy en España con mucho trabajo y visión hacia el futuro. LatinSpots habló en exclusiva con Raposo para saber cuáles fueron los grandes hitos de la agencia bajo su liderazgo, como una de las independientes más reconocidas de España.

-A poco más de un año del relanzamiento de The Cyranos, ¿qué balance hace de este período?
-Ser independiente es una experiencia enriquecedora y bastante movilizante en todo sentido. Y más para un equipo que tiene el seniority de haber trabajado en el mundo multinacional, pero que no necesariamente se sintió cómodo en esas estructuras, y por eso intentó, incluso dentro de las multinacionales, repensar el formato (The Cyranos como hub global en Barcelona para IPG o El Hotel en Buenos Aires para WPP). Así que en muchos sentidos fue un proceso natural nuestro que justo coincidió con lo que está pidiendo el mercado. Estamos felices de estar así, y fue uno de los mejores años de la agencia en nuevo negocio y en libertad creativa. Ahora, sacándonos el guion y no haciendo una entrevista esperable del tipo “estoy pasando mi mejor momento”, hay cosas que ganás y cosas que perdés, teniendo tu propio emprendimiento. Dejás de viajar en bussines para viajar colgado en el maletero, si hace falta. Olvidate también de los global creative meeting de no sé qué, donde te juntas una semana a ver Power Points en un hotelazo de Miami con todo pago. Aprendés a pasar cada ticket a tiempo, porque descontás el IVA. Y aunque todos creen que te nombran CEO, en realidad uno vuelve a ser también copy de folletos, productor, telefonista, o lo que sea. Porque no se te caen los anillos por hacer absolutamente ninguna actividad de la agencia. También empezás a estar puntualmente a las 9 de la mañana y empezás a impacientarte cuando son 10h15 y todavía no llegó ningún creativo. Otra diferencia en una agencia independiente es que no hay lugar para tener muchísimos layers, ni armar esas estructuras espejadas a imagen y semejanza de los clientes. Con lo cual hay que poder convencerlos que eso no garantiza la calidad final del trabajo. Y, en mi caso particular, también fue doloroso tener que separar mi camino del de gente que admiro profundamente y que quiero mucho, como Pablo Colonesse y Oriol Bombi, con los que llevaba mucho tiempo trabajando. En el caso de Pablo, especialmente porque fue un lujo con quien pude compartir profesionalmente casi 20 años de mi vida y mi carrera. Lo que ganás es la libertad, sobre todas las cosas. Ponerte tus propias metas hace mucho más apasionante cualquier carrera. Después de una vida persiguiendo los bonos que ponen los otros, por premios creativos, por resultados financieros regionales, por consecución de pitches es bueno volver a lo que a uno lo motivó a elegir este trabajo. Si fuera cliente hoy, elegiría trabajar con gente que va cada día a la oficina para cumplir sus propios retos, y no los de otros. También esa independencia es fundamental para la creatividad y la estrategia. Si dicen que el hambre agudiza el ingenio, podríamos decir que la independencia también. Así que, en lo creativo, creo que la agencia está viviendo un renacimiento.


-¿Cómo definiría el modelo de trabajo con el que viene trabajando la agencia?
-Está todavía en evolución. Estoy buscando el socio ideal para seguir armándolo. Pero tiene que ver con armar un ecosistema de talentos independientes en diferentes áreas de la comunicación y el marketing, que puedan transformarse en un equipo global de especialistas, cuando el proyecto lo amerite, y que eso no signifique para los clientes pagar costos fijos que no usan, ni sufrir estructuras muy pesadas, que en algunos momentos enlentecen todo. Empresas que no estén obligadas a trabajar con la otra o lo hagan por la simple subsistencia económica, sino que tengan ganas por respeto, talento, complementación. Y admiración profesional.


-Una de las argumentaciones centrales cuando se anunció la nueva The Cyranos era la necesidad de atraer los talentos que ya no se sentían seducidos por los modelos tradicionales. ¿The Cyranos es hoy una agencia que ofrece otro tipo de modelo? ¿Cómo lo definiría?
-En The Cyranos ya somos más de seis nacionalidades distintas, siendo muy poquitos. Lo que hablábamos de la gran crisis de los modelos tradicionales tiene que ver con ese ecosistema que estamos armando. Hoy somos partners creativos de algunas startups o empresas independientes de consultoría de marketing y digital, big data, UX, contenido editorial, diseño y producción de contenidos con los que hace un año nos hubiera sido mucho más difícil convencer de armar algo juntos.


-En una entrevista con LatinSpots, en 2014, luego de la conquista como Mejor Agencia de Iberoamérica en El Ojo, decía: “Espero que en 20 años nos hablen de 2012 y sonriamos, porque fue una bisagra en nuestra carrera, y nos divirtió hacerlo”. Pensando ahora, en 2019, ¿qué cree que vendrá a su mente cuando dentro de 20 años te hablen de 2018 y de esa nueva fase en su carrera y la agencia?
-Lo bueno de crecer es que uno puede contradecirse sin complejos, no porque no nos haya divertido hacerlo, sino porque hoy creo que no hay bisagras significativas en la carrera de uno. Que esto no va de bisagras sino de acumulaciones de experiencias, de errores, de ganas y curiosidades distintas. Y que si uno está donde está es justamente por la continuidad de la carrera. El largo plazo. Que es lo que también te hace pisar sólido en cada paso que vas dando. En carreras cortas hay muchos factores, suertes, inspiraciones, modas, pero al largo plazo es imposible engañarlo. Recuerdo que cuando estaba en Agulla & Baccetti un training que tenía 20 años me dijo que se iba a abrir su propia agencia. Y yo, que tendría 25, me sentí un salame conservador. Hoy, puedo decir que recién a los 44 años abrí un lugar propio, pero que este lugar está basado en algo más sólido, y real, y es más parecido a lo que siempre soñé tener que si lo hubiera armado hace unos años.

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