Juan Pablo Lufrano: Ser relevantes con una propuesta de valor

DGC de Mercado McCann.

<p>DGC de Mercado McCann.</p>

Con una larga trayectoria, habiendo pasado por agencias como CraveroLanis, Ponce, desarrollándose como DGC en Del Campo Saatchi & Saatchi, Santo y La América, y muchos trabajos exitosos en su haber, Juan Pablo Lufrano se sumó a Mercado McCann como Director General Creativo, cargo que comparte con Nicolás Massimino, poco antes de que llegara la pandemia. Si bien la adaptación fue distinta por la nueva normalidad, el engranaje funcionó y el trabajo junto con Nicolás Massimino y Martín Mercado comenzó a dar como resultado campañas para clientes como Coca-Cola, YPF o Matarazzo que, de la mano de la agencia, lograron conectar con sus consumidores de forma significativa en una coyuntura como la actual. En la siguiente entrevista, Lufrano repasa estos últimos meses de trabajo, sus expectativas, sus ideas y sus objetivos en esta nueva etapa. También comparte su visión sobre el rol que las marcas deben cumplir hoy y el desafío que las mismas tienen, que consiste en unir en un mismo camino los resultados financieros con la construcción de valores culturales, siempre considerando el sentir de las personas, siendo la industria publicitaria la que ayude a romper con los estereotipos obsoletos, contribuyendo a construir una sociedad mejor.

-¿Qué fue lo que lo tentó cuando le propusieron sumarse a Mercado McCann?
-Mercado McCann es una agencia con una gran historia, un presente protagonista y un enorme potencial futuro. Sumarse fue fácil, lo difícil siempre es irse del lugar donde estás. Sobre todo cuando estás en agencias muy interesantes y con las que vas desarrollando un vínculo de trabajo en equipo. La América fue la última agencia en la que estuve. La quiero un montón y admiro, y es un lugar divino en muchos aspectos. Quizá, la decisión pasó por tener un poco más de protagonismo y liderazgo en algunas cuestiones. Para mí, que tengo carrera y que pude hacer trabajos que me gustaron y que fueron reconocidos, el desafío que me estimula está en influenciar la cultura de una agencia, tomándome ese rol como si el mismo fuera el trabajo principal, más que una campaña en sí. Tiene que ver con trabajar el espíritu, la energía, las ganas, los detalles y el craft de la cultura de una agencia. Eso es un poco lo que me entusiasma más hoy. Y tener la posiblidad de hacerlo en una agencia como Mercado McCann es un orgullo.


-¿Qué le pidieron Martín Mercado y Fernando Sarni?
-Poner lo humano por delante. Siempre es natural que en cualquier agencia, empresa o compañía, haya tensiones. Creo que la forma de resolverlas siempre tiene que ser lo más humana posible, detectar cosas que se puedan mejorar y trabajar sobre ellas, para que el servicio de la agencia sea uno mejor y para que el laburo final sea más famoso, en el buen sentido, y sobre todo famoso por la forma en la que se logró, que creo que hoy es lo más importante.


-¿Cómo se fue adaptando a la nueva agencia, en medio de la pandemia?
-Llegué un mes antes de todo, lo que ayudó un montón para conocer a la gente, saludarla con un beso y poder tangibilizarla. Fue poco tiempo, pero viéndolo con la perspectiva de hoy, fue muy importante y súper valioso. Todavía estamos viendo la forma de trabajar, aunque sí avanzamos mucho en hacerlo a distancia. Zoom nos ayuda un montón, como a todo el mundo, porque encontramos espacios de trabajo agradables, aunque sean virtuales.


-¿Cómo encontró a la agencia?
-Muy bien. Es una agencia que tiene un potencial enorme y una llegada a nivel global que no deja de sorprender. Particularmente, con algunas marcas como Coca-Cola, con una trayectoria de cercanía con la gente influyente a nivel global. De hecho, mandamos un simple posteo que, luego, terminó siendo una campaña global. Ese potencial, el que esas cosas pasen, es muy sorprendente. Es lo más único. También encontré muy buena gente a nivel humano, comprometida con la agencia, con mucho afecto y cariño entre sí, y talento en los diferentes perfiles de trabajo. Encontramos algunas pequeñas faltas, que las iremos trabajando con el tiempo. En eso estamos.


-Algunas de las primeras piezas que se vieron al comienzo de la cuarentena en TV en Argentina fueron de Mercado McCann, como "Héroes" de YPF y "Paredes" de Matarazzo, que demostraron que, más allá de cuarentena y las dificultades, se podían hacer cosas.
-Sí. Estuvimos en esas primeras comunicaciones masivas. Hicimos "Héroes" de YPF, que nos llegó el pedido de necesidad urgentísima, algo que en cualquier circunstancia era una locura en sí. Surgió esa idea el mismo día, y la hicimos en un 90% con material de archivo y con un 10% de imágenes de dron. Trabajamos, quizás, al revés de lo usual. Primero editamos, vimos lo que faltaba y, al final de todo, completamos con la filmación del dron, con los permisos necesarios. La agencia se adelantó unos días a la cuarentena, para cuidar a su propia gente, trabajando desde casa, porque sabíamos que podíamos. Eso después se tradujo en que, al momento de producir algo, no se puso en riesgo a nadie, para no priorizar el sacar una pieza al aire por sobre la salud de una persona. Fue toda una gran dificultad producir, más allá de las leyes, también porque había una responsabilidad de hacer las cosas cuidando a la gente. Con el trabajo para Matarazzo, fue la primera vez que dirigimos actores con locación incluida, eran actores reales, familias reales. Es un comercial que está pensado para gente que se filma a sí misma con sus propios celulares, o celulares que se les hicieron llegar, con los protocolos de desinfección, para que pudieran tener mejor calidad en el lente o la cámara. Se hizo así, rápido, con lo bueno y con lo malo, con mucha confianza de un cliente que realmente se arriesgó.


-¿Qué repercusiones tuvieron?
-Muy buenas! Lo de Matarazzo a la gente le gustó mucho. En los resultados de los testeos nos fue muy bien. Lo mismo con YPF, donde tocamos un punto más particular, que era lógico que tuviera cierta polarización. Nos parecía que estaba bien que YPF tuviera esa cosa de argentinidad, porque está en su esencia, y es un diferencial, aparte de la calidad del producto y del cariño que le tenemos a la marca. Creo que ambas piezas superaron los 13 millones de views, aproximadamente, en YouTube, lo cual no es fácil hoy, porque las piezas de ahora duran poco tiempo al aire y saturan enseguida. La verdad es que estamos muy contentos. Incluso, la pieza de YPF fue la que ayudó a conservar la relación y la marca, en un contexto en el que se nos había caído nuestro laburo para YPF, que tenía más que ver con el fútbol, la Copa América y con otras cosas. Fue una necesidad de comunicación para la marca y una necesidad de negocios para nosotros, pudiendo reaccionar a tiempo y rápido a esa demanda. Para mi quedó hasta con cierto nivel de craft que era muy difícil de imaginar al principio. Si me preguntás por qué pudimos reaccionar tan rápido, creo que en un momento en que había mucha duda, nunca dudamos de que estaba bueno comunicar. Creo que después, con el tiempo, se fue viendo que no estábamos equivocados en la decisión, que muchas marcas lo fueron haciendo. Nos parecía que estaba bueno aprovechar, incluso, ese momento porque podíamos hacer algo que sentíamos positivo para todos. Tantas veces se dice que la publicidad tiene la fuerza para crear estereotipo y si eso es verdad y las marcas la tienen, ¿por qué no crear un estereotipo que hacía falta en ese momento: el de cuidarnos entre todos, siendo responsables, pensando en la salud y sabiendo que es difícil, pero que estamos juntos? Es un buen estereotipo para crear desde el poder de una marca.


-¿Cómo fue el brief de cada uno?
-YPF fue un pedido puntual: necesitaba salir al aire con algo para la coyuntura. Matarazzo también quería salir y tener algo que se pudiera decir. Para nosotros siempre fue preguntarse qué se puede decir y cómo. Nunca estuvo en nuestra cabeza que no se pudiera. Previo a eso, también hicimos una campaña de Perfil, "Aislémoslo a él", que fue la primera de todas, que trataba de abordar la situación desde otro lugar para, en definitiva, darnos fuerzas y tratar de que no sintiéramos que estábamos aislados y encerrados, sino que estábamos detrás de un propósito grande. Antes de eso, también hicimos lo de Coca-Cola. Fue una campaña que hicimos, en realidad, de educación para muchos países de África, en la cual estaba la pieza del cartel que separaba las letras y decía que “hoy estar separados era la mejor forma de estar juntos”. Terminó siendo la pieza que se usó en varios países. Fue un momento en el que surgieron muchas cosas. Sentimos que las marcas querían comunicar y estar de alguna forma, si encontraban cómo.


-¿Cómo cree que, en general, estuvieron las marcas? ¿Qué les recomienda hacer?
-Hay que trabajar mucho para encontrar la razón y un mensaje que valga la pena comunicar. Si no lo encontrás, tenés que preguntarte por qué, si el problema está en la agencia o si hay que trabajar más profundamente en cuestiones del producto, verificadores, hacia la marca, hacia la cultura o hacia algún lugar. Ya sea haciendo o diciendo, porque las dos son válidas e interesantes, por ahí no pasa el punto, lo importante es trabajar mucho para tratar de encontrar la forma para poder seguir relacionándose con la comunidad, sea el contexto que fuera. La coyuntura siempre estuvo, hace tiempo que levanta la mano para decirnos que tengamos cuidado con ciertas cosas, como las cuestiones de género, los estereotipos creativos o lo que sea. Algunos la venimos observando con más claridad, otros con menos, pero la coyuntura hace rato viene pidiendo que le prestemos atención. Uno debería estar sensibilizado para entender cómo una marca pueda conectar con eso, y si no hay nada no hacerlo, pero intentar que a futuro lo haya porque, en definitiva, es una capacidad de la marca el estar cerca de la gente. A una marca que no está cerca, que no tiene compromiso con su comunidad o que no tiene un propósito más grande, le resulta difícil encontrar mensajes. Caés en la cuenta de que se necesitan estas cosas para la comunicación que viene, hay que tener a la gente presente en su propia cultura y no solo desde un lugar teórico, sino práctico, pragmático y concreto, comprendiendo las necesidades, las comodidades y trabajando para unir los resultados financieros a la relación de cercanía. Es una tensión difícil que tenemos que resolver todos en la industria publicitaria.


-¿Cree que este contexto demuestra que es relevante que las marcas sean coherentes con su propósito?
-Todos venimos hablando mucho de eso, pero en general, es difícil hacerlo, porque el corto plazo y el largo plazo tienen diferentes realidades. Uno tiene que encontrar la forma de que los resultados, la cultura interna, los propósitos y los valores vayan juntos. Los mensajes, el storytelling o lo que sea, van llenando esos momentos en el mientras tanto. Pero al final del día, creo que al decir y el hacer hay que sumarle el ser. Ser, en el largo plazo es lo más importante. Ser consistente, ser una marca, ser una agencia, poniendo a la gente en el centro, al producto y a su calidad, en fin, a su propuesta de valor. No es solo decir, tampoco solo hacer, en el sentido de hacer para decir, sino decir y hacer siendo consistentes con lo que hacés en el día a día, todos los días. La coyuntura evidenció y puso en relieve que todo eso hay que acelerarlo mucho, porque el contexto cambia, pero el entorno no desaparece. Convivimos con otras pandemias también. En Estados Unidos está el racismo, acá convivimos con la de género o la económica. Las marcas y los equipos de marketing y de publicidad empezaron a trabajar un poco más para tener esas antenas perceptivas activas. Eso está bueno y se tendría que quedar para siempre. No es solo entretener, sino encontrar la forma de ser relevante desde tu propuesta.


-¿Cómo pueden ser relevantes las marcas y ayudar a construir un mundo mejor?
-A veces, un mundo mejor suena muy grande y no es creíble. Ser relevantes es más sobre cómo trabajar para que eso, que queremos decir, más que sonar grandilocuente, sea un mensaje interesante y que podamos decir sin con honestidad y sin vergüenza. Hoy, si tengo que decir por un mundo mejor, tengo que decirlo con cierto pudor, salvo con marcas que realmente tengan una construcción, una trayectoria o un compromiso de acá hacia adelante de, por lo menos, hacer de su comunidad un lugar mejor, o de hacer de su producto algo mejor, que satisfaga las necesidades de la gente como servicio. Hoy cualquier producto debe tener ese enfoque, entendiendo que son un montón de cosas las que hay que brindarle a la gente, además de una lapicera, un spaghetti o un líquido. Hay un servicio que tiene que tender a escuchar y a responderle a la gente en un montón de aspectos. Todos tenemos claro que vamos para ese lado, en la realidad es más difícil.


-El asesinato de George Floyd, en Estados Unidos, hizo que muchas marcas reaccionaran y salieran a hablar, poniendo sobre la mesa esta problemática. ¿Por qué cree que en regiones como la nuestra esto no se viene dando tanto?
-En Chile pasó algo parecido, pero más politizado. Había un reclamo de mayor igualdad, algo que era más difícil de encarar o que polarizaba un poco más la grieta. Creo que el racismo en Estados Unidos es más contundente, porque no admite espacio para una grieta, aunque la haya, esa grieta es más de nicho, una fisura. Tal es así que hay un fuerte boicot a las redes sociales que no filtran mensajes de odio o de racismo. Creo que el movimiento de Estados Unidos por el racismo fue todavía un poco más contundente con lo que venimos hablando del decir, del hacer y del estar porque la comunidad te lo exige. En un punto, no queda mucha más opción. Al principio, todos entramos en modo pánico y ya uno va viendo mensajes, que si bien tienen papeles flojos al respecto, siempre es mejor empezar a comprometerse, a no hacerlo nunca por miedo al reproche y sumarse está bueno. Está bueno que lo primero que pase, como en el caso de Estados Unidos, es que las marcas, con su poder de crear tendencia, logren que la minoría sea el racismo y que la normalidad deje de ser "el sujeto que es víctima del racismo". Más allá de que se las pueda criticar, creo que dentro de esa crítica se puede conseguir el apoyo de una parte de la sociedad y ese espacio finalmente está disponible. Es chiquito, hay que hacerlo bien, con cuidado y con sensibilidad, pero creo que ese paso la gente lo está permitiendo dar y algunas marcas lo pueden estar entendiendo como una contribución también. Eso es mucho más claro en el contexto norteamericano de hoy que en el de acá. Y en fines prácticos, empezamos a ver en otros lugares un pequeño adelanto de cómo manejar la situación comunicacional acá, y podemos identificarnos mucho en muchos aspectos. Vemos que muchas grandes marcas presionan a los medios para que filtren los mensajes de odio y de racismo que, en definitiva, es el resultado de una presión de las comunidades, pero que es registrada, entendida y tomada como válida. En respuesta a eso, se toma decisión o se hace un mensaje. Obviamente, el hacer y el comprometerse siempre es mejor que decir. No hay ninguna duda. Después también es verdad que todo suma y que cada uno puede, en lo posible, encontrar un espacio en el que sienta que se puede también o que es posible dentro de su contexto.


-¿Fueron evolucionando los pedidos de los clientes en estos más de 100 días de cuarentena?
-Hubo una evolución. Y es obvio que, cuanto más se prolongue la cuarentena, más vamos a tener que encontrar la forma de dar mensajes, seguir comunicando y acercándole los productos a la gente, sus beneficios y sus cosas. Hay que encontrar la forma de que los resultados financieros y los valores culturales no colisionen o lo hagan lo menos posible, para poder estar más cómodos.


-¿Cree que los consumidores también evolucionaron en este tiempo?
-Sí. Me parece que también la gente está preparada para que las marcas vengan, cuenten sus beneficios y ofrezcan ofertas o propongan productos nuevos. Lo que no quieren simplemente es sentir que sacan provecho de las circunstancias o que son oportunistas. En la sociedad, nadie pretende que no haya ventas, todos queremos que la economía funcione. Todos entendemos que la publicidad es parte de ella, porque tiene un lenguaje y un rol. Creo que no hay ni habrá en los próximos días un rechazo a que la publicidad comunique más por fuera de la coyuntura. Uno está en ese lugar en el que se puede olvidar un poco de los mensajes contextuales y acercarse un poco más al mensaje de producto o de marca, teniendo en cuenta siempre la coyuntura como un lugar sensible. Pero creo que eso mismo es lo que tiene que pasar siempre y debería haber pasado desde hace mucho, solo que ahora se hace más obvio. Es lo que venía pasando también con temas como el género, la inclusión, los estereotipos de tallas, de clases sociales o, incluso, hasta de dientes blancos. Tenemos que estar sensibles en el buen sentido, entendiendo qué es importante. No veo que haya que hacerlo siempre y salir constantemente a hablar de todo eso, pero sí hay que tenerlo en cuenta y, tal vez, que la inclusión esté en tu casting porque, si no, tampoco termina siendo honesto. Encontrar cómo trabajar esos pilares nuevos quizás sea un gran desafío. No me voy a poner a analizar el virus o la economía, porque no son comunicación ni marketing, pero sí creo, para mí, que lo que queda como nueva realidad es esto: vendamos lo que tengamos que vender, contemos lo que tengamos que contar, pero hagámoslo con cuidado, teniendo en cuenta los sentimientos de la gente, porque no hay mucho más espacio para no hacerlo. Para que eso vaya pasando cada vez más de verdad y con más compromiso, en definitiva, de una forma más profunda, todo se trata de que las marcas dentro de su lugar y las agencias dentro del suyo vayan logrando acercar lo que tiene que ver más con el resultado financiero con la construcción de sus propios valores culturales internos. Me parece que va por ahí la cosa.


-¿Esta nueva realidad generó que los anunciantes revalorizaran la importancia de la creatividad, de la comunicación y del aporte de las agencias?
-Sí, en parte porque lo creo y, en parte, porque lo espero. También espero más sensibilidad de las agencias, para ser sincero. No soy quien para esperar más sensibilidad de otros o para decirle algo a las agencias, pero creo que la gente espera más sensibilidad. Hay cosas que ya no pueden pasar y mensajes que ya no pueden suceder. Hay macanas que no podemos cometer. El cambio profundo, de verdad, post irrupción de las redes sociales, no es el de hacer contenido más ágil, más corto o más programático, eso ya lo aprendimos a hacer con mayor o menor velocidad, sino que el cambio más complejo, y el verdadero desafío de fondo, es que a la publicidad ya no le alcanza con entretener. Hoy no pasa un tic tac sin que haya un TikTok. Todo lo que hace la gente es demasiado genial y entretenido. Años atrás, la publicidad tenía un programa de televisión que llegaba a los 8 puntos de rating. En esa coyuntura, la publicidad era entretenimiento. Hoy, lamentablemente, no. Quizás eso nos lleve a una evolución mejor de la publicidad. Hoy el desafío es ser interesantes para la gente. Todos hicimos mensajes en la industria que hoy son reprochados, porque estaban naturalizados. Estamos todos de acuerdo con que metimos mucho la pata o que fuimos parte de una cultura en la que reforzamos algún estereotipo. Si uno tuviera que decir algo positivo en términos netamente comunicacionales, creo que la coyuntura nos pisó un poco el acelerador en cuanto a eso, que ya venía pasando. Están la pandemia, el racismo, la inclusión, el género y habrá luego muchas cuestiones más que, seguramente, serán importantes. La agencia puede ser un socio muy importante de una marca en cuanto eso. El cambio profundo es encontrar cómo tu propuesta puede ser relevante en nuevas realidades con nuevas demandas. Todos podemos hacer que las marcas estén presentes de una forma u otra con un contenido. Pero cuando no tiene razón de ser, no tiene muchas chances de interesar a las personas. Están las opciones del do o del storydoing, muchos las toman y me parece que está muy bueno, que es algo que puede aportar frescura y que genera noticias para compartir contando lo que hizo una marca. Detrás de todo eso, está el ser, que las cosas sean de una forma que vaya más allá de la campaña del momento y tengan un registro a largo plazo de la coyuntura, poniendo a la gente en el centro de todo.


-¿Cómo es su proceso creativo?
-El proceso creo que ya no es solo creativo. Es estratégico, creativo, pseudofilosófico, es la data, es inmersivo, lo que sea. Después, hay que hacerlo en tiempo de agencia, que tenga sentido para los números y para el craft. Tiene que ver, básicamente, con hacerse preguntas sobre ciertas cuestiones, para saber si lo que uno tiene para decir puede interesarle a alguien, si el cómo es suficiente, o si solo hay que levantar la mano para decir que no encontramos la forma, hablando con la marca. Creo que la agencia de hoy tiene un mejor lugar que la de antes, a mi criterio, aunque sé que no estamos en la etapa dorada de la publicidad, pero creo que tiene un lugar mejor, porque es un socio real de las marcas en la construcción y revisión de esas propuestas, como un buen complemento. Me parece que uno cuando se hace las preguntas y se va encontrando con problemáticas y dificultades, inevitablemente lleva a preguntarse a dónde están y ver cómo resolverlas. Tiene un poco de análisis el proceso, por lo menos para mí. Luego, hay un momento en el que hacés la gambeta y esa es la creatividad. Pero la jugada entera no es solo la gambeta. La jugada arranca en otro lugar. Esa gambeta determina que sea un gol, es lo que se reconoce más como la creatividad, esa idea. Detrás de eso, hay un equipo entero para que eso pase y llegue.


-¿Cómo es el trabajo coordinado entre ustedes, con Nico y Martín?
-Es flexible. Nos juntamos cuando sentimos que hay que hacerlo. A veces para cerrar algo o porque, simplemente, sentimos que hay un momento lindo para juntarse por un trabajo en particular, que nos interesa. Con Nico trabajamos mucho juntos. Es un tipazo. Martín también. Es gente con la que es muy fácil trabajar y que tiene valores muy de barrio, humanos, simples y sencillos. Gente humilde que pese al éxito, está permeable a la opinión del otro. Trabajar con ellos es sencillo. En principio, con Nico estamos más en el trabajo y con Martín más en la consulta, o con el apoyo creativo en algún proyecto particular en el que sentimos que él es quien mejor lo puede hacer. En general, siempre lo involucramos, porque sería un desperdicio no hacerlo. Pero no lo hacemos en todo, para que tenga su espacio en otro tipo de actividades que son importantes para la agencia también. Así es como vamos repartiendo el trabajo y trabajando en equipo, como lo hacemos todos, en general.


-¿Cómo están trabajando hoy el día a día y los proyectos para lo que queda del 2020 y para el 2021?
-Estamos todos enfocados en el trabajo, en que el mismo traiga laburo, en que resuelva los problemas y en que esa sensación de las marcas nos sirva para estar sólidos de cara a una futura crisis, porque la mejor forma de encararlas es trabajando. También queremos no sobreexigirnos en cuanto a horarios, ni invadir los espacios personales, que con el teletrabajo es algo fácil de hacer. Queremos cuidar a la gente, a pesar del teletrabajo, del WhatsApp o de la sensación de que no hay días de la semana. Hay que proteger eso, para estar más sólidos frente a lo que se viene, que todos sabemos que es una crisis económica. Además, sabemos que hay que encarar transformaciones culturales y de valores de las marcas, porque las comunidades lo demandan. Es un escenario de tensión comunicacional grande que hay que resolver. Sería más fácil resolver algunas cuestiones que tenemos que solucionar como industria sin una crisis económica, pero vamos a tener que resolver las dos juntas. La mejor forma de estar preparados para eso es haciendo buen laburo hoy. También hay que seguir aprendiendo siempre. Está bueno mantener el aprendizaje en una sociedad que también cambia y que también aprende.


-¿Qué aprendizaje destacaría de cada una de las agencias por las que pasó?
-Pasé por Cravero Lanis y Ponce, dos agencias grandes en las que estuve y aprendí un montón. Son muchas agencias. Así como en su momento Agulla y Baccetti sacó mucha gente, de Del Campo salió mucho talento que aprendió mucho. Creo que esto del hacer ya se hacía hace mucho tiempo en Del Campo, quizás muy bien, pero con otro tono y otro lenguaje. Si hay que hacer para decir, no me toma por sorpresa en absoluto, porque ya estuve en Del Campo. En la activación y el storydoing, la disrupción de la agencia fue muy grande y me traigo ese aprendizaje. En Ponce tuve la posibilidad de trabajar a nivel global, filmar con grandes directores, crecer mucho en el craft. Era otra época, en la que el trabajo global era un comercial, que había que resolver para muchos países del mundo. En Santo tuve la posibilidad de empezar a pensar estrategias globales que respondieran a tensiones de otras culturas. Fue interesante, además de que es una agencia con una trayectoria de televisión muy buena, igual que Ponce. En La América, que fue la última, tal vez tenga todo más fresco. Es una agencia que tiene una capacidad de análisis, de comprensión, de estrategia y de compromiso con el laburo que te deja mucho aprendizaje. Su forma de trabajar es muy interesante. Ahora estoy aprendiendo de nuevo con Martín, con Nico, con Fer, otras cuestiones. Lejos de saber todo, estamos aprendiendo mucho y ojalá que lo que hayamos aprendido antes sirva para aportar a todo esto. Para cerrar, quisiera agradecerle a Fer, a Martín y a Nico por la oportunidad de laburar con alguien que no conocían y darle el lugar para tomar decisiones. También me gustaría agradecerle a mucha gente de las agencias en las que estuve antes que, realmente, además de quererlas, me enseñaron mucho. En este contexto sensible, a los amigos se los extraña. Desde compañeros como Ariel Serkin, Rafael Santamarina y toda la gente de Del Campo, como Maxi, Mariano... la gente de La América, a la que le tengo un cariño enorme y un respeto enorme, como Rafa, Seba, Keke, Ale, y toda la gente de ahí. A la gente de Santo también. Tuvimos un tiempo más corto, pero aprendí mucho, con Seba, con Maxi, dos cabezas geniales, y con todo el equipo. En fin, agradecerle a la agencia y la gente de hoy y agradecerle a las agencias y la gente de antes, que me ayudaron a llegar a este lugar.




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