20 años de cambios. El antes y el ahora
Por Aldo Quevedo, Director General Creativo de Richards Lerma
20 años equivalen a 631,138,519 segundos.
Que serían más de 21 millones de comerciales de 30 segundos cada uno. Y una de las grandes diferencias entre el antes y el hoy, es justamente que la creatividad en publicidad ya no se mide solamente en comerciales de TV. Ni en números. Acá algunas de las diferencias más grandes que he notado:
Antes, las marcas se subían a un escalón y desde ahí le hablaban a la gente.
Ahora la gente se mudó al piso de arriba y le grita de todo a las marcas.
Antes, las agencias vendían ideas, después eran insights y más adelante soluciones de medios.
Ahora, regresamos a crear ideas.
Antes, se producía televisión en Argentina, España y México.
Ahora se produce digital en una laptop en cualquier parte del mundo.
Antes el Director Creativo era un “artista incomprendido” según muchos en la industria.
Ahora, sabe mucho del negocio. Y hasta es dueño de agencia.
Antes Cannes era el estándar.
Ahora lo sigue siendo. Nomás que con más conferencias y más clientes alrededor.
Antes, había que volar a todas las juntas.
Ahora hay Skype, y se puede estar en tres países en el mismo día.
Antes, la idea era el centro de todo.
Ahora, después de darnos cuenta –contra todo lo que se decía– que la televisións no ha muerto, ni la radio ni nada, las agencias regresamos al centro mismo, resistiendo la tentación del abuso de la tecnología del momento.
Antes, te podías enterar de todo lo que pasaba en Latinoamérica leyendo la revista de LatinSpots.
Ahora, LatinSpots te sigue a donde sea.
Una de las razones por las que me siento identificado tanto con LatinSpots, es porque tengo 18 años en Estados Unidos. Casi el mismo tiempo, yo fuera de mi país, y ellos en circulación.
Y desde mi primer día en Dallas, recuerdo la gran labor de la revista para promover las mejores ideas, reportando una industria de toda una región, reuniendo a más de 20 países y haciéndonos sentir uno. Eso no ha cambiado, ni antes ni ahora.
Creo que uno no empieza una jornada pensando en qué va a pasar o hasta dónde se va a llegar en los próximos 20 años. Más bien se enfoca en hacer lo mejor que se pueda, sin bajar los brazos, día a día.
Feliz 20 aniversario. O felices 7,300 días.