Desde su proclamación en 1910, el Día Internacional de la Mujer ha sido marco de distintas luchas: el derecho al sufragio; al aborto libre, seguro y gratuito; al acceso a la educación; a mejores condiciones laborales.
Este 8 de Marzo, en México, como en muchos países de América Latina, toca luchar por el derecho a estar vivas. El derecho a salir sin miedo a la calle o a quedarnos en casa sin ser violentadas; el derecho, pues, a que no nos maten por ser mujeres.
Estamos hablando de un país en el que en los primeros dos meses de 2019 se han registrado 263 feminicidios documentados, que se suman a los más de dos mil casos del año pasado. Eran mujeres como tú o como yo, de todas las edades, de todas las clases sociales, de todo el país. Mujeres y niñas que un mal día salieron de su casa –o entraron en ella– y dejaron de existir.
¿Por qué sé esto? Porque en Grey México, 2018 quedó marcado como el año en que, para bien o para mal, abrazamos la lucha contra el feminicidio. Para bien porque desde entonces hemos aprendido a no mirar para otro lado, y para mal exactamente por la misma razón: porque asusta, porque frustra, porque duele.
En septiembre empezamos a trabajar con Voces de la Ausencia, un grupo de alrededor de 300 familias víctimas de feminicidio reunidas en torno a la activista y periodista Frida Guerrera. Desconocíamos todos los matices del tema, pero teníamos –y tenemos aún– la convicción de que la creatividad puede ayudar a resolver cualquier problema. Sí, cualquiera, incluso que nazcas mujer y te maten por serlo.
Así que una mañana de sábado tomamos una de las principales vías de CDMX con familiares y amigos para pedir que se reconociera el 3 de Noviembre como Día de Muertas, conscientes de que una sola letra puede convertir una celebración en una denuncia y de que es en la cultura y no en los discursos donde se cambian las cosas.
Después vinieron los documentales para narrar el dolor en primera persona, y seguimos trabajando en nuevas ideas porque, como dice nuestro presidente y CCO, Humberto Polar, mientras las mujeres sigan muriendo, la causa no puede morir.
En estos meses, de la mano de estos hombres y mujeres hemos aprendido que el feminicidio es un pulpo con más de ocho tentáculos, que hay mucha gente dispuesta a hacer cosas para combatirlo, pero también mucha gente dispuesta a hacer que las cosas no sucedan. Nos quedamos con los primeros y poco a poco vamos encontrando en el camino personas que, desde dentro de la industria, comparten nuestra convicción de que la creatividad es un arma de cambio social. Nos quedamos con esas familias que ahora son las voces de sus mujeres ausentes. Nos quedamos con la necesidad de organizarnos para trabajar en un frente común en lugar de emprender luchas aisladas. Nos quedamos con la creatividad. Y con nuestras mujeres, que hoy están más vivas que nunca.