La historia de Mario Juan e Inés fue una gran historia de amor. De esas que quedan congeladas en el tiempo cuando el destino, impiadoso, les da un final intempestivo.
Inés se quedó sola, con su amor y algunas otras cosas que compartía con su marido. Un hijo al que llamaron Mario José, algunas pasiones conjuntas y una agencia de publicidad que él supo construir de la nada en base a su talento para la palabra escrita.
Cuando en 1968 el Borgonovo que le dio nombre a la agencia ya no estuvo más, su mujer se vio ante la obligación de continuar esa otra historia. Y así lo hizo, con más amor que experiencia, con más perspicacia que conocimiento. Y tan bien lo hizo que sostuvo ese emprendimiento sobre sus hombros durante todos los años que le llevó a su hijo crecer lo suficiente como para ocupar el lugar de su padre
Inés hoy cumple 100 mágicos años. Sin ella la historia de la empresa, su historia, no existiría. Por ella, como en tantos otros casos de mujeres que han sabido llevar adelante con inteligencia y corazón pequeños imperios cotidianos, hoy en Borgonovo se sienten orgullosos de tener esa agencia de sueños. Curiosamente dirigida hoy también por una mujer.
Borgonovo festeja estos 100 años y la historia que hizo posible otra historia.