Dentro de sus principales proyectos arquitectónicos se destaca la construcción de Brasilia como nueva capital de su país durante los años 1960. Niemeyer fue el principal responsable de algunos icónicos edificios públicos de la ciudad, como el Congreso Nacional de Brasil, la Catedral de Brasilia, el Palacio de Planalto y el Palácio da Alvorada. Fue también uno de los principales responsables del equipo que diseñó la Sede de la Organización de las Naciones Unidas en Nueva York.
Niemeyer quedará en la historia como uno de los monstruos sagrados de la arquitectura moderna del siglo XX: poeta del cemento, apóstol lírico de las líneas fluidas, maestro de la curva, el brasileño deslumbró e hizo soñar a generaciones de arquitectos.
Tal como declaró en algún momento de su carrera lo que lo atraía "no es el ángulo recto que me atrae, ni la línea recta, dura, inflexible, creada por el hombre. Lo que me atrae es la curva libre y sensual, la curva que encuentro en las montañas de mi país, en el curso sinuoso de sus ríos, en las olas del mar, en el cuerpo de la mujer preferida. De curvas es hecho todo el universo, el universo curvo de Einstein."
Representando a todos los brasileños, la Presidente Dilma Rouseff expresó: "Brasil perdió hoy a uno de sus genios, es un día para llorar" poco después de enterarse de su muerte.
fuente: lacapital.com.ar