-¿Qué análisis podés hacer de la industria audiovisual argentina? ¿Cuáles considerás que son los desafíos?
-Nuestro país está transitando una época de profundas dificultades de carácter económico, político, simbólico. La cultura como herramienta de transformación está en crisis en todo el mundo. Al mismo tiempo, la industria audiovisual, ahora tomándola como un todo, aunque sabemos que cada dimensión tiene su lógica propia y por ende sus complejidades particulares, es una parte indivisible del entramado social. Por eso es imposible hacer un análisis que no tenga en cuenta el contexto general. Me parece que, en este marco de enormes turbulencias, uno de los desafíos es justamente dialogar con esa realidad de la que formamos parte y tener la capacidad de entender qué estructuras sirven aún y cuáles quedaron viejas. De todos modos, y la historia lo ha demostrado en muchas oportunidades, de las grandes crisis también surgen nuevas formas que, si no, no hubieran tenido espacio, así que elijo pensar que después de la tormenta viene la calma y nos encuentra en un lugar diferente, nuevo.
-¿Cómo se ha modificado la forma de contar historias con el desarrollo de nuevas tecnologías y la aparición de nuevos medios y formatos?
-En las últimas décadas se produjo un enorme cambio de paradigma. Tecnológico, de lenguaje, de consumo. Se transformó desde el modo de pensar una idea hasta la manera de distribuirla, de alcanzar a las audiencias a través de los cientos de canales de comunicación que existen actualmente. Al mismo tiempo, hay un corrimiento de perspectiva: aquellos que consumen lo hacen de manera diferente y sobre todo desean ser protagonistas de las historias. Hoy todos somos emisores y receptores al mismo tiempo. Pienso que una de las preguntas que debemos hacernos como storytellers es cómo diferenciarse y hacerse oír entre el mar de estímulos que nos golpean cada día. Arriesgando una respuesta, creo que el poder lo tiene aquel que cuenta con la información y que, a la hora de comunicarse, puede convertir la experiencia del usuario en única, singular.
-¿Cómo definirías tu estilo narrativo?
-Me inspiran las personas y sus comportamientos, descubrir aquello que nos moviliza como seres humanos, las diferentes emociones, lo que se esconde detrás de la literalidad que propone el mundo. Por eso, sea cual sea el formato que me toque abordar (un comercial, una película, un episodio de una serie) primero busco revelar la esencia, el corazón de la pieza para luego sumarle a eso una forma estética que le pertenezca. Los directores somos de alguna manera, y sin ningún animo de sonar petulante, escultores del tiempo, del espacio, de la historia que quiere ser, que debe ser según aquello que deseamos contar. Por otro lado, a lo largo de los años, dirigí todo tipo de formatos y siento que fui adquiriendo la flexibilidad necesaria para poder llevar adelante cualquier proceso, eso de alguna manera también habla de mi estilo.
-¿Cuál es la parte del proceso de realización que más disfrutas? ¿Por qué?
-La verdad es que, a esta altura de mi carrera y luego del camino recorrido, intento disfrutar de todas las partes que conforman el proceso creativo. Pero, si tuviera que elegir, me parece que el rodaje es mi preferida. La idea de fusionar todo lo que programé durante el tiempo de trabajo previo, con el aquí y el ahora, me encanta. Hay cierta lógica de alquimista en combinar esos elementos previos con aquellos que aporta el instante, para potenciar el resultado y que sea mucho más interesante y más rico (¡siempre es así!) que el imaginado.
-Teniendo en cuenta las grandes movilizaciones como el me too y las iniciativas de las mujeres por conseguir que las industrias sean más igualitarias, ¿cómo considerás que ha sido tu experiencia personal construyendo tu carrera? ¿Qué desafíos has tenido que sortear?
-Comencé a trabajar en la industria del cine y de la publicidad siendo súper pequeña, y el mundo era otro. Antes, todos los comportamientos entre mujeres y hombres que hoy se cuestionan estaban naturalizados y, cuando reviso mi historia, agradezco que ahora sea diferente. Que existan los espacios para poder decir, resignificar, cambiar aquello que nos vuelve menos. Ser mujer en un universo fuertemente masculino como fue, y sigue siendo, la industria audiovisual hizo algunas etapas de mi camino cuesta arriba pero también esa resistencia me convirtió en la mujer que soy hoy. Lo que me parece que falta, de todos modos, es que el deseo de igualdad deje de ser una meta exclusivamente femenina para convertirse en un objetivo común más allá de nuestro género. Y cuando me refiero a igualdad, no hablo de aquel valor inalcanzable al que algún día llegaremos como sociedad, sino a la igualdad que nos emparenta desde el punto de partida, no de llegada.
-¿De qué se trata el Proyecto Free the Bid?
-El mundo de la publicidad en Argentina sigue teniendo a la igualdad como un pendiente. Siendo las mujeres las grandes consumidoras están poco o mal representadas tanto delante como detrás de cámara. Por eso la importancia de que existan comunidades como Free the Bid, una iniciativa de la que soy parte, que nuclea a directoras de publicidad de todo el mundo, que permiten en principio encontrarse, luego armar estadística para darle a la discusión un marco real donde se vea claramente la desigualdad de oportunidades que existe y, por último, crear políticas que ayuden a acortar esas distancias.
-¿Creés que este contexto modificó algunos aspectos del proceso de contar historias?
-Absolutamente. En realidad, estamos en ese camino de transformación que, como todo proceso, no es mágico ni inmediato, sino que va ganando fuerza de a poco. Quienes trabajamos en el mundo de la cultura estamos en un diálogo permanente con el contexto y es nuestra responsabilidad acompañar los cambios naturales de la evolución humana. Este movimiento mundial a favor de la igualdad es una realidad que ya no tiene vuelta atrás y es importante no solo escucharlo sino formar parte a través de acciones, sea cual sea el lugar que ocupemos dentro de la cadena productiva. Las nuevas generaciones marcan el paso y nos muestran que ese es el camino. Por eso, los que elegimos el arte como modo de vida, de expresión, debemos sumarnos a este pulso y reaprender aquello que sea necesario.
-Haciendo un balance de tu carrera, ¿qué trabajos fueron los que más te marcaron y qué destacarías de ellos?
-Siempre creo que las primeras veces marcan hitos en la vida de las personas, porque son los momentos más genuinos, donde colisiona todo aquello que imaginaste con lo que verdaderamente es. Hay un antes y un después y eso genera un profundo crecimiento, te impulsa hacia adelante siendo diferente. Pero si pienso en esas primeras experiencias en el marco de mi carrera, sin duda, La Novia del Desierto (mi primera película de ficción, en Co-Dirección con Valeria Pivato) me marcó de una forma que nunca imaginé: en el proceso de escribirla, de rodarla y, por supuesto, de acompañarla luego alrededor del mundo. Estos últimos años fueron de muchísimo crecimiento y capitalización hacia el futuro. También la serie de Madres de Plaza de Mayo, la historia (nominada a los Emmy International Awards) fue un proyecto que me transformó. Escuchar de primera mano y durante largos meses la historia de esas leonas, de esas madres que supieron transformar el dolor en lucha, fue una enorme experiencia que me costó atravesar, pero de la que aprendí muchísimo.
-¿Cuáles son tus referentes en la industria del audiovisual?
-En mi historia como técnica tuve la suerte de trabajar con grandes directores argentinos y del mundo; y no solo directores, sino compañeros de diferentes áreas que se convirtieron en referentes, en importantes inspiraciones a lo largo de este viaje. Todos ellos con estilos bien distintos y de todos he aprendido algo. Creo que la mejor escuela es la observación de lo que te rodea y a lo largo de los años de trabajo. Comencé como meritoria de dirección sirviéndole el café a una actriz y luego fui 2da., 1ra, continuista, AD…Siento que supe capitalizar la experiencia y volcarla a mi forma de dirigir. Si bien me valgo de referencias para el trabajo, porque es la forma de saber lo que existe allá afuera, lo que está hecho, y de establecer puentes de entendimiento con el equipo, trato enseguida de dejar de lado lo que vi para encontrar mi propio modo y, de esa forma, convertir lo que hago en algo singular, diferente.
-Si tuvieras que describir tu set de filmación ideal, ¿cómo sería?
-En principio, tiene que haber mate. Y, después, un montón de gente que ame lo que hace. Es fundamental que cada persona que forma parte de mi equipo en las diferentes tareas sea la mejor representante del proyecto y cuando me refiero a la mejor, quiero decir que entienda perfectamente a dónde queremos llegar, qué queremos transmitir. Todos debemos estar en la misma página. Eso provoca un equilibrio natural que permite que el trabajo fluya, además de alinearnos detrás de un objetivo colectivo: cuidar de aquello que estamos haciendo.
-¿Qué es lo que más te gusta y te atrae de trabajar con una productora como Casta Diva?
-Casta Diva es una productora que está en un camino precioso de evolución, que busca crecer, desafiarse en cada proyecto y eso me representa. Soy parte desde hace un año que, objetivamente, no es tanto tiempo. Sin embargo, me siento como en familia. Es un espacio en el que me encuentro cómoda, donde se respeta la mirada singular que tiene cada director que forma parte del equipo. Estamos en el comienzo de lo que espero sea una maravillosa etapa de trabajo juntos.
-¿Nos podrías contar sobre qué trata tu nuevo proyecto junto a Leo Sujatovich? ¿Cuáles son tus expectativas?
-Con Leo, amigo desde hace mucho tiempo y, entre otras cosas, el compositor de la música de mi película, estamos trabajando en Clics, Sonido & Furia, una serie de ficción (6x45) que tiene como escenario principal la Buenos Aires post dictadura. Trata sobre una banda femenina de rock-pop que, en la turbulenta escena musical de esos años, lucha por hacerse espacio. Este grupo de jóvenes mujeres representa, de alguna manera, a esa generación que rompe con lo conocido para crear un lenguaje propio, nuevo, original. El grupo es ficticio, creado para la serie, pero está construido a partir del verosímil que proponen bandas que sí existieron, como Virus, Soda o Las Viudas. La música será en gran parte original pero, por supuesto, sonarán los temas que definieron esa época. Hace pocos meses ganamos el concurso de desarrollo del INCAA, así que estamos trabajando fuertemente en la definición del universo de personajes, el arco dramático de la serie, el lenguaje estético, y escribiendo los primeros episodios.
-¿Cuáles son las metas para 2019?
-No soy mucho de comenzar el año con un listado de objetivos por cumplir, pero creo que las metas tienen que ver con seguir haciendo lo que me gusta, y cada vez mejor. Espero que sea un gran año de trabajo y que encontremos, como país, como mundo en el habitamos todos, un poco de calma.