La idea es simple y directa: sobre los nombres comunes que decoran las latas, se han adherido stickers con los nombres de niños y niñas reales fallecidos en guerras. Así, un nombre familiar se ve reemplazado por uno desconocido, generando una interrupción visual y emocional en el consumidor.
La acción no es solo un acto de protesta, sino una demostración de cómo la publicidad puede ser re-interpretada de forma no tradicional para generar conciencia. Cada lata intervenida incluye un código QR que invita al público a conocer las historias detrás de estos nombres, transformando un producto de consumo rápido en un memorial interactivo.
"La publicidad nos enseña que los nombres en las latas nos conectan con momentos felices", comenta el creativo responsable apodado como el Bansky Chileno. "Yo quise usar esa misma conexión, pero para recordar a quienes ya no pueden tener esos momentos. Es usar el poder de un ícono global, no para vender un producto, sino para devolverle la identidad a quienes se la quitaron".
#NombresDeGuerra se presenta como un poderoso ejemplo de creatividad aplicada a una causa social, demostrando que los canales y formatos de la publicidad tradicional pueden ser el vehículo más efectivo para contar las historias que más necesitan ser escuchadas.