Para celebrar el Día de la Industria, Ball Corporation comparte detalles sobre el proceso productivo de la lata, algo en lo que la compañía es especialista y un packaging que, si bien está presente en el día a día de todos nosotros, es un proceso que desconocemos en su totalidad.

El proceso de producción de una lata comienza con el debobinado de los dos kilómetros de aluminio que vienen en cada rollo. Todas las etapas incluirán lubricantes, con el fin de evitar que el metal se quiebre.

Luego de tener todo extendido, pasa por una prensa de 150 toneladas que, con cada subida y bajada, golpea, corta la lámina y genera un copo, que es el origen de la lata. Éste tiene un diámetro y un espesor mayor al de la lata fina, ya que después atravesará un proceso de estirado con prensas horizontales que trabajan con cerca de 120 litros de aceite por minuto que se dedican a extender el material y a formar el característico fondo.

Las latas pasan por un suelo subterráneo hacia una lavadora industrial, gracias a un sistema de cintas transportadoras, con el objetivo de dejar el producto listo para la siguiente etapa: la de pintura, en la que cada marca aplica como un esténcil. Una de las instancias críticas del proceso de fabricación es la aplicación de un barniz interno, inocuo y sanitario.

Recién al final se forma el cuello con su correspondiente pestaña. Las latas se venden con las tapas, provenientes de Brasil, por separado y se empacan en pallets. Un minucioso control de calidad evita anomalías en cada una de las 2.000 latas que se fabrican por minuto.

Además, Ball Corporation tiene programas que cuidan del medioambiente y una gestión sustentable de su proceso productivo. Como meta, hacia 2020, buscan reducir su huella de carbono en un 25%: 10% a partir de acciones eficiencia del aluminio y reducción del consumo de energía; y 15% a partir de propuestas para aumentar los índices de reciclaje de la lata y la huella de carbono de nuestros proveedores.