“Yo no me dedico a la tecnología, pero me gusta hacer preguntas”, dijo al comenzar, marcando el tono de una charla centrada en la curiosidad más que en las certezas. Mientras muchos se acercan al tema de la Inteligencia Artificial desde la eficiencia o el miedo, Damasia invitó a pensarla desde la pregunta: “Solo sé que no sé nada, mientras la máquina dice que lo sabe todo”, declaró.
Damasia propuso una diferencia clave entre la creatividad artificial y la humana: la primera busca respuestas y cerrar procesos; la segunda, abrirlos. “El AI concluye. La creatividad humana desordena, se curiosa, explora”, explicó. Para ella, el acto creativo no se guía por la optimización sino por la exploración: el permiso a desviarse, errar y asociar ideas aparentemente inconexas.
Uno de los ejes centrales fue la reivindicación del error como motor creativo. “La definición original de error tiene más que ver con la errancia, con andar sin rumbo, con improvisar”, señaló. Como ejemplos de campañas que en principio parecían una equivocación, recordó de la campaña de “La Llama que Llama”, firmada por Ramiro Agulla & Carlos Baccetti entre otras. “Una cultura creativa es una cultura con permiso para equivocarse”, concluyó.
Damasia advirtió sobre los riesgos de una industria guiada por la perfección y la homogeneidad. “Vivimos en un momento en que todo es correcto, pero nada sorprende”, analizó, y luego añadió que el mundo de los algoritmos tiende a repetir lo ya existente, por eso la importancia de desarrollar una creatividad orgánica, impredecible y humana como el único camino hacia la originalidad.
“Quizás nuestra mayor ventaja frente al AI no sean las emociones, sino la imperfección”, finalizó.