En los últimos años, la palabra diversidad parece haber ocupado todos los pasos de la industria creativa. La leemos en briefs, en tratamientos, emails, etc. Todo el mundo ha entendido que la representación es fundamental, y que tener en pantalla rostros y cuerpos de todos los tipos, sexualidades y razas es necesario. Y, de hecho, hemos empezado a verlo mucho. Pero, ¿hasta qué punto estamos aplicando realmente estos valores?
Reivindicar la diversidad y la inclusión va mucho más allá de lo que vemos en pantalla. ¿Quién está contando estas “nuevas” historias? Las salas de las agencias siguen llenas de hombres escribiendo anuncios con briefings “feministas”. Directores cisheteros siguen rodando pelis contra la homofobia, y gente blanca sigue detrás de campañas sobre racismo o integración racial.
Parece que en España hemos adoptado el concepto “diversidad” a medias. ¿Alguien se ha puesto a contar cuántas directoras mujeres hay en la principales productoras del país? Algo tan básico como la igualdad de género está a años luz de producirse en este aspecto.
Algunos datos:
Según la ADDP, la Asociación de Directores y Directoras de Publicidad, sólo el 17% de sus asociados son directoras mujeres. Además, la edad media de sus asociados es de 45 años. No disponen datos de raza u orientación sexual.
En el Top10 de productoras de El Publicista de 2022 hay un total de 265 directore (puede que alguno se repita), de los cuales solo 54 son mujeres. Eso es apenas el 20% del total. O si nos vamos a la ficha de créditos de la última campaña del Ministerio de Igualdad por el día de la mujer, donde los puestos ejecutivos y de dirección son todos ocupados por hombres. Y ya no entramos en raza, sexualidad, clase económica...
La cuestión es que, aunque hay un consenso en cuanto a que hay que contar otras historias con otros personajes, porque es urgente que el público tenga acceso a relatos aparentemente no hegemónicos, lo cierto es que no se han dado cuenta de que dar voz y oportunidades a todas esas minorías es igual de fundamental. El objetivo es abrir la industria tan opaca que tenemos a perfiles diversos, miradas hasta ahora sin aprovechar que enriquecerán el trabajo que hacemos. Jóvenes que refresquen una industria en constante búsqueda de nuevas tendencias, directores LGTB cuyas vivencias y maneras de ver la vida son radicalmente distintas a los hombres cisheteros, etc.
No solo porque esas minorías de por sí lo tienen más difícil y hay que darles oportunidades, establecer cuotas, etc, sino que el mundo mismo, la industria, la audiencia, se está perdiendo historias contadas desde la verdad y la honestidad. Sin embargo, no me gustaría terminar esta columna sin hacer un apunte hacia el futuro: ahora mismo, este mínimo de representación en el que las minorías deberían contar sus propias historias, debería ser solo la punta de lanza. El siguiente paso será la integración absoluta de estas voces al mainstream, creando una industria diversa e inclusiva, donde creativos de todas las clases sociales, raza, género etc. pueden ocupar libremente los espacios y los puestos de poder según su valía y su trayectoria, sin impedimentos de oportunidades sesgadas o limitadas a “tokenizarlos”. Hay todo un abanico de posibilidades, casi infinitas. Trabajemos juntos para conseguirlo: lo agradeceremos en unos años.
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