El costo de un cliente enojado y el valor de una buena gestión de la experiencia

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(03/12/24). Presentamos la columna de Tatiana Stani, Managing Director & Partner de Destí en la se hace una pregunta crítica: ¿Cómo podemos transformar una mala experiencia en una oportunidad de fidelización y recomendación?

En el mundo de la experiencia del cliente, 2024 trajo consigo una tendencia preocupante: más del 60% de los consumidores afirma que es más probable que hablen sobre una experiencia negativa que sobre una positiva. En un entorno donde la voz del cliente tiene un peso decisivo, cada interacción insatisfactoria se convierte en una bomba de tiempo para la reputación de una marca. Esto plantea una pregunta crítica: ¿Cómo podemos transformar una mala experiencia en una oportunidad de fidelización y recomendación?

Las experiencias negativas suelen tener un efecto multiplicador. Un cliente enojado no solo se lleva su dinero, sino que también puede disuadir a otros de probar tu producto o servicio. En la era de las redes sociales, una queja bien articulada puede propagarse rápidamente, amplificando el impacto negativo. Según estudios recientes, el costo de perder un cliente debido a una mala experiencia puede ser hasta cinco veces mayor que el esfuerzo de retenerlo con una gestión adecuada. Pero lo interesante es que, cuando se maneja de forma correcta, una mala experiencia tiene el potencial de convertirse en una de las más poderosas herramientas de fidelización.

El primer paso para evitar que una mala experiencia se convierta en un detonador es reaccionar a tiempo. Aquí es donde muchas empresas fallan: esperan a que el cliente haga público su descontento antes de tomar cartas en el asunto. Ser proactivo, ofreciendo canales de retroalimentación accesibles y escuchando activamente a los consumidores, no solo permite resolver problemas antes de que escalen, sino que también muestra que la empresa valora la opinión de sus clientes. Las marcas que integran esta cultura de la retroalimentación en su ADN suelen convertir quejas en oportunidades para mejorar la lealtad.

Una de las claves más subestimadas en la gestión de una experiencia negativa es la empatía. En un mundo que cada vez se comunica más a través de tecnologías, nunca ha sido más crucial que las marcas humanicen sus interacciones. Los consumidores no solo quieren soluciones rápidas, sino sentir que sus problemas son comprendidos. Un estudio de Medallia subraya que el 62% de los consumidores están más dispuestos a quejarse cuando se les ofrece un mal servicio, pero también son significativamente más leales cuando una marca les responde de manera rápida y eficaz, mostrando una verdadera disposición a resolver la situación.

Otro aspecto esencial es cerrar el ciclo de la experiencia. No basta con ofrecer una disculpa o una compensación. Para convertir a ese cliente descontento en un defensor de la marca, es importante hacer seguimiento. Las empresas que logran que un cliente vuelva después de una mala experiencia no solo están resolviendo un incidente puntual, sino que están generando una confianza renovada. Y esa confianza se traduce en una mayor probabilidad de que el cliente no solo regrese, sino que recomiende activamente la marca.

Un cliente satisfecho (con una sonrisa en su cara) es, sin duda, el activo más valioso para una empresa. No solo tiene más probabilidades de volver, sino que también es una fuente potencial de recomendaciones, la publicidad más efectiva y económica que una marca puede recibir. Las empresas que logran convertir interacciones negativas en positivas generan una lealtad más fuerte que aquellas que solo se centran en proporcionar experiencias “sin problemas”. La satisfacción gestionada, es decir, aquella que surge después de haber resuelto un inconveniente, tiene un efecto mucho más poderoso y duradero.

El desafío para las marcas en 2024 es claro: deben estar más preparadas que nunca para aprender de las malas experiencias. En un mercado donde los consumidores están dispuestos a compartir tanto lo bueno como lo malo, es fundamental crear mecanismos para capturar esa retroalimentación y usarla de manera constructiva. Las empresas que son capaces de convertir la insatisfacción en oportunidades de mejora tendrán una ventaja competitiva importante frente a aquellas que reaccionan solo cuando el daño ya está hecho.

Los cambios en las expectativas y comportamientos de los consumidores, impulsados por la tecnología y la transformación de los estilos de vida, están redefiniendo el modo en que las marcas deben interactuar con sus audiencias. Como parte de las 18 principales tendencias de consumo que Medallia ha identificado para 2024, la gestión efectiva de las experiencias negativas emerge como un factor crucial. Las empresas que adopten una mentalidad proactiva y centrada en el cliente estarán mejor posicionadas para afrontar este desafío.

En Destí, entendemos que un cliente enojado no es solo una pérdida potencial, sino una oportunidad para fortalecer la relación y generar valor a largo plazo. Lo que una empresa hace después de una mala experiencia puede marcar la diferencia entre perder a ese cliente para siempre o ganarse a un defensor leal. ¿Qué camino elegirá tu marca?

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