¿Quién iba a imaginar que un robot submarino navegando las profundidades de las aguas marplatenses nos iba a mostrar lo que es mirar sin apuro? Contenido sin interrupciones, sin pausas, sin estímulos, sin música, sin cortes deliberados. Solo imágenes de lo que ocurre a miles de metros bajo el mar. Sólo estar ahí y ser espectador “en tiempo real” de lo que va descubriendo la cámara.
La “sensación” que se generó en torno a esta trasmisión en vivo, fue inesperada. Las noticias en los medios se multiplican día a día: “seguí online la expedición desde el fondo del mar”, “la increíble medusa roja descubierta por el stream del Conicet”. Como exploradores de nuevos mundos, seguimos atentos los hallazgos y estamos ansiosos de ver “lo que vendrá”, qué es lo que nos va a sorprender después.
A todos los que trabajamos en comunicación y tratamos de ver dónde está el interés del usuario o bien estrategias para captar su atención y generar una conexión, este evento nos revolucionó y nos reconfirma algo que venimos viendo: un usuario saturado, que está buscando nuevas formas de entretenimiento y, que en este caso, encontró en este stream eso que estaba necesitando.
Entonces, este nuevo fenómeno, ¿Qué nos lleva a pensar? A que vivimos en un paisaje visual saturado. Los algoritmos premian lo frenético, los formatos cortos, el impacto inmediato. Todo parece diseñado para capturar atención a cualquier costo. Pero algo está empezando a cambiar. Y no es una moda: es una respuesta.
A 4.000 metros de profundidad, en ese cañón, no es que “no pase nada”. Pasa de todo: organismos desconocidos, especies rarísimas, formas que parecen de otro planeta. Pero lo que conmueve no es el espectáculo, sino la posibilidad de habitar una escena sin estímulos diseñados. De observar sin que nos exijan una reacción. En un mundo donde todo es consigna y urgencia, eso se vuelve extraordinario.
Barebacking y la recuperación del tiempo mental
En paralelo, emerge otra práctica que condensa este mismo deseo: el barebacking. Jóvenes que viajan en transporte público sin celular, sin auriculares, sin libro. Solo el viaje. Solo estar.
No es un challenge ni una tendencia. Es un síntoma de saturación. Una forma silenciosa de resistencia frente a la sobreestimulación. Y también una señal: hay un deseo creciente de reconectar con la experiencia directa, sin filtros, sin relato. De dejar entrar al entorno, al cuerpo, al aburrimiento incluso.
Ambas escenas —la del stream y la del viaje— nos hablan de lo mismo: una búsqueda de descanso. No solo físico, sino sensorial. Una pausa, un respiro, una atención sin demandas.
La trasmisión en vivo de esta expedición sin precedentes demuestra una necesidad de cambio en la forma de consumir contenido, lejos de los algoritmos y la seducción de lo instantáneo. El contenido que se toma su tiempo no es menos efectivo. Solo está calibrado para otra cosa: para quedarse. Si antes el objetivo era captar atención, tal vez ahora sea cuidarla.
* Podés ver lo que dejó el stream aquí.