Desde su experiencia de cuatro años como VP de Amfi (Asociación Mexicana de Filmadoras), Enrique viene trabajando para impulsar mejores prácticas y condiciones laborales para el fortalecimiento del sector. En esta entrevista con LatinSpots, Enrique, Director General de The Maestros y Rebolucion México, comparte sus experiencias con la pandemia, los principales cambios en los modelos de producción, el impulso al talento femenino en la dirección, y cómo viene preparando los talentos emergentes de México a través de un semillero desarrollado en The Maestros.
-Con tantos años de experiencia, usted está actualmente liderando un holding de producción con varias empresas. ¿Cómo pasó de tener una productora a liderar un holding? ¿Cuáles son las empresas que lo componen?
-Son cosas que se van dando con el paso de los años, de la experiencia y de las relaciones. Estoy representando a diferentes productoras: Rebolucion, The Maestros, Fauna (productora dedicada a la fotografía), Deteik Studio (productora audiovisual de table top y beauty shot) y The Roots (servicio de producción al extranjero en territorio mexicano). La idea de representarlas surgió de las necesidades de ofrecer alternativas más eficientes para los anunciantes. Los clientes se quejaban mucho de la calidad, que los creativos hacían historias de 1 minuto y tres segundos de sus productos, y por eso nos empezamos a especializar en esas áreas para integrarlos. Deteik es una empresa que trabaja en un 90% para las casas productoras. Funciona bien porque resuelve necesidades reales de los anunciantes y ha contribuido en proyectos de otras casas productoras.
Ha enriquecido mucho la estética de comerciales, sobre todos los de alimento, que se desarrolló mucho en la pandemia. Había poco tiempo, pocos recursos, y por eso fui desarrollando esas diversas áreas, que son necesidades latentes de los anunciantes para poder ofrecer un costo más atractivo, pero no de menor calidad, que es donde está el reto. Así también surgió la oportunidad de Fauna, de usar fotos fijas con directores de talla internacional. Primero, un poco a la distancia, y ahora estamos empezando a desplazar gente. Tal vez lo más complejo ha sido la parte de los servicios y de los directores triple A, cuando es de Rebolucion, o cuando es de The Maestros. Por suerte, muchos creativos confían en mi trabajo y pude ofrecer dos opciones, sin que hubiera un conflicto de intereses. Todo a la luz de la ética.
No me involucro en las decisiones que toman las cabezas de las productoras, sobre todo al momento de enfrentar los números. Participo mucho en la selección de los directores porque mi experiencia me habilita a decir cuáles directores serían más adecuados. Pero a partir de este momento, las cabezas de las productoras enfrentan sus costos, sus agendas y sus visualizaciones. Que gane el mejor. Han sido pocos los casos en que se dio de estar las dos productoras al frente, o peleando por un mismo proyecto. En el caso de producciones digitales, trabajamos con un perfil de directores más chiquitos, que pueden ofrecer soluciones en el mismo set, con muy pocos recursos, con mucha agilidad. Fue así que se creó este grupo de productoras. No estaba en mi intención complicarme tanto la existencia, pero es muy reconfortante ver que se generan empleos y que se desarrollan talentos que algún día podrán tener sus propias productoras.
-El sector audiovisual fue uno de los más afectados por la pandemia. ¿Cómo se manejaron en México para mantener el ritmo de las producciones?
-Fue un año extremadamente complejo en términos de organización. Desde el principio de la pandemia, cuando vimos cómo iban a estar las cosas, tratamos de tomar las suficientes medidas para afrontar lo que venía. Como ocurre en gran parte del mundo, la mayoría de los que trabajan en esta industria son freelancer, y no sabíamos cuando iban a regresar los pagos, cuando se iba a reactivar la economía y con qué tamaño iba a sobrevivir el mercado.
Nos pusimos a trabajar en un protocolo con la Amfi (Asociación Mexicana de Filmadoras)para negociar con el gobierno la reactivación del sector lo más pronto posible. El protocolo fue un gran acierto y nos permitió reactivar la industria de la mano de la Secretaria de Cultura y de la Comisión de Filmaciones de la Ciudad de México. Empezamos a buscar la manera de trabajar primero con tres personas, después con cinco, luego con diez personas hasta lograr, en tres meses, estar trabajando con 20 personas.
Teníamos restricciones de no filmar en cualquier lugar, no había permisos de locaciones exteriores, teníamos mucho control sanitario sobre cómo filmar en un local cerrado. Nos costó mucho trabajo alinear los criterios con el gobierno, pero al final el protocolo cubrió todas las bases y permitió que la industria nunca reportara cadenas de contagio. Llegamos a tener producciones en las que hicimos pruebas de PCR para todos. Para la mayoría de las productoras de México, algunas filmaciones fueron realizadas con el 30% del crew y fue posible cubrir casi a todo el mundo.
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