En una era donde la inteligencia artificial nos responde antes de que preguntemos, donde los algoritmos saben más de nosotros que nuestros amigos más cercanos, algo inesperado ha comenzado a tomar fuerza: la búsqueda por lo real, lo físico, lo que se puede tocar. En medio del vértigo tecnológico, las experiencias inmersivas y la nostalgia se posicionan como los nuevos oasis emocionales. No es una contradicción. Es la reacción natural a una era saturada de virtualidad.
Los datos no mienten: mientras las plataformas digitales perfeccionan sus herramientas de predicción y personalización, el mercado de eventos inmersivos no deja de crecer. En 2022, esta industria alcanzó los 5.6 mil millones de dólares y la tendencia no muestra señales de desaceleración. Las personas —en especial los
jóvenes entre 18 y 34 años— están dispuestas a pagar por vivir algo que no pueden “scrollear”. El contacto real se vuelve lujo, y la autenticidad, una nueva forma de resistencia.
La nostalgia, por su parte, ha dejado de ser un recurso melancólico para convertirse en estrategia cultural. Los millennials —la generación que vivió el salto analógico-digital en carne propia— son hoy los reyes del retro: videojuegos de 8 bits, series noventeras, música en vinilo, y un amor incondicional por todo lo que huela a infancia. En tiempos inciertos, volver al pasado no es retroceder, es aferrarse a lo conocido. No sorprende que las marcas de lujo estén desempolvando archivos: reeditar íconos es conectar con lo eterno.
¿Y las redes sociales? Saturadas. Hay un creciente fenómeno de social detox impulsado, paradójicamente, por quienes nacieron en ellas: la Gen Z. El 47% de estos jóvenes desearía que TikTok no existiera. Medio siglo digital después, anhelan el silencio. Esta tensión entre hiperconexión y desconexión exige que las marcas reinventen sus puntos de contacto. Ya no basta con estar presentes: hay que estar presentes con propósito.
En este contexto lo que se vuelve realmente valioso es lo humano: la risa compartida, el cuerpo que baila, la mirada que se cruza en un evento real. En resumen, el contacto que no se puede replicar con píxeles.
Las marcas que entiendan esta pulsión —este regreso a lo esencial— no solo conectarán con audiencias; crearán memorias. Porque mientras el metaverso se construye, el universo emocional ya está aquí. Y tiene forma de concierto, de mural, de cassette, de abrazo.
Fuentes:
https://blog.another.co/blog/por-que-las-experiencias-inmersivas-nos-demuestran-que-la-reconexion-humana-esta-de-moda-otra-vez
https://blog.another.co/blog/street-art-marketing-como-funciona-y-por-que-invertir
https://blog.another.co/blog/por-que-los-millennials-sienten-tanta-nostalgia-por-su-juventud
https://blog.another.co/blog/detox-de-redes-sociales-como-adaptar-el-marketing-en-momentos-de-desconexion
https://blog.another.co/blog/como-las-marcas-pueden-crear-campa%C3%B1as-cuando-los-usuarios-quieren-menos-tiempo-en-redes-socialeshttps://blog.another.co/blog/como-las-marcas-pueden-crear-campa%C3%B1as-cuando-los-usuarios-quieren-menos-tiempo-en-redes-sociales
https://blog.another.co/blog/por-que-las-marcas-de-lujo-estan-mirando-al-pasado
Agencias - Latinoamérica