En un proceso que comienza desde la fotosíntesis, las plantas liberan nutrientes y/o microorganismos en la tierra de una maceta. Los electrones libres de esos microorganismos son captados y aprovechados para alimentar una lámpara LED que brinda cada día al menos dos horas de luz de bajo consumo pero de alta iluminación.
Si se considera que plantas y tierra es lo que precisamente más abunda en la selva peruana, se trata de una forma de energía natural, barata y renovable que beneficiará, sobre todo, a los caseríos más alejados de la Amazonía peruana. En concreto, al 42% de la población rural de la selva que hoy vive a oscuras.
La primera población beneficiada ha sido la etnia shipiba de Nuevo Saposoa, caserío del departamento de Ucayali sin dinero para reparar su generador eléctrico ni los cables colapsados en la última crecida fluvial. La agencia y UTEC emprendieron un proceso de investigación y desarrollo de prototipos hasta dar con la Plantalámpara, que integra energía limpia y autosostenible utilizando adecuadamente la riqueza natural de la zona.
“Antes, a las siete de la noche la oscuridad borraba las tareas escolares de los niños, prohibía que las artesanas sigan bordando sus tejidos e impedía que las familias alarguen sus juegos”, señala Flavio Pantigoso, Director Creativo Ejecutivo de FCB Mayo. “Hoy hemos comprobado y documentado cómo las Plantalámparas pueden revertir esta situación y tener un rol social inclusivo clarísimo para el Perú y, por qué no, para el mundo entero”, complementa Daniel Sacroisky, Director Creativo de la campaña.