Lo que sin duda define a Flavio Nardini, es el humor y su pasión por Racing, el club albiceleste de Avellaneda, Ciudad de la Gran Buenos Aires. Es Director de Cine y Publicidad. Es un narrador de historias. Le gusta sentir que sus ideas y mundos le lleguen a la gente. Tras varios años de dirigir publicidad, filmar cortos, escribir y dirigir dos largometrajes con Cristian Bernard (“76 89 03” y “Regresados”), además de la serie Oesterheld también con Bernard, hace su estreno ahora en el Teatro, con “Diciembre, algoritmo del caos”. Tragicomedia en 1 acto cuya historia se desarrolla en una cueva financiera del microcentro porteño en el marco de la realidad de una nueva debacle económica argentina, que muchos intentan ocultar, pero que se siente a raíz de bolsillos vacíos y meses más largos que sueldos. En el libreto, a sed de riqueza, la obsesión por el status social y los fantasmas familiares de la clase alta, chocan contra los sueños postergados de una clase media precaria y la pulsión vital del esclavo. En medio del derrumbe económico y social un amor improbable aparece.
“Diciembre, algoritmo del caos” se está presentando en el NÜN Teatro Bar, Juan Ramírez de Velazco 419 (CABA), todos los viernes de agosto a las 21hs. Allí, Flavio se encarga de la dirección de actores junto a Diego Leske, actor, director y escritor de la obra junto a la dramaturga Mariana Armelin. En esta entrevista con LatinSpots, Flavio nos hace un repaso del camino recorrido, hasta llegar a los tablones de una sala en el corazón de Palermo.
-¿Cómo llega al teatro?
-A mí lo que siempre me gustó fue contar historias a través del cine, pero también es cierto que quedé muy culo para el norte con el cine desde lo productivo, no desde lo artístico. Desde lo artístico, estoy muy orgulloso y me encanta. Me miro al espejo y me gusto. Pero mi última película "Regresados" la vieron 5.027 espectadores y todavía estoy pagando la deuda. Es decir, me quedé muy dolorido con el cine. Dentro del cine lo que más me gusta es lo de contar historias, crear ficciones, poder mentir. Siempre digo que mate a alguien, eso que la vida no te lo permite, se puede hacer en la ficción y, sobre todo, trabajar con actores. Ya me venía interesando el teatro, hasta que Diego, me pidió que leyera el guion de “Diciembre” porque quería mi opinión sobre la obra. Cuando la leí le dije: "Che, está buenísima la obra y calculo que vos sos el protagonista". Y me dijo: "No, porque la voy a dirigir y no quiero dirigir y actuar". Le dije: "Sos un pelotudo, la tenés que actuar". Y me dijo: “¿Por qué no la dirigimos juntos, yo me encargo de la puesta de escena y vos te encargas de la dirección de actores?”. Y a mí me vino genial, porque justamente de puesta en escena no sé nada, y me venía interesando la idea de dirigir teatro. Entonces, estoy haciendo como la escuela, aprendiendo desde adentro, y encima, en un rol que me parece súper atractivo que es el de trabajar con actores. La obra me volvió loco, porque tranquilamente es una historia que podría ser parte de una de las películas que hicimos con Cristián Bernard, donde los personajes son entre inmorales y amorales, personajes oscuros, pero al mismo tiempo tridimensionales. No es que el tipo malo es solamente malo. Son personajes malos pero entrañables, y tienen planteo, nudo y desenlace. Digamos, no es un teatro contemplativo, sino que pasan cosas y está asociado a la tragicomedia, un género que me gusta mucho desde siempre. Esto de reírse y sentirse culpable por reírse, no saber de qué carajo me estoy riendo con estos hijos de puta.
-¿De qué trata exactamente “Diciembre, algoritmo del caos”?
-Es un poco como la metáfora de las crisis económicas argentinas. No porque se remonte a diciembre de 2001, porque se vive en un permanente diciembre en Argentina. Ahora estamos viviendo en diciembre y estamos en agosto. Transcurre en una financiera durante una corrida bancaria y son tres protagonistas: el dueño de la financiera, su secretaria con quien tiene una relación amorosa y una suerte de personaje que es como un adivinador y alguien con una suerte de genio autista, que puede prever, saber a cuánto va a estar el dólar todos los días, cuál va a ser el máximo y el mínimo. Termina siendo una trilogía amorosa, o sea, una historia trágica, que transcurre en la corrida, pero también es una historia de amor. Representa un poco el espíritu de las corridas de los años 1976, 1989, 2001 y ahora. No se remonta específicamente a una época, por eso también hay desde referencia en los diálogos a distintas expresiones de distintos ministros de economía: “hay que pasar el invierno”, “el que apuesta al dólar pierde”, “me quiero ir”, y “la lluvia de inversiones”. Es una historia atemporal, que transcurre en una crisis económica. Hay un helicóptero, pero todo eso como parte de una metáfora de lo que es la crisis económica que hoy nos toca muy fuerte. Se unen un montón de crisis y la tecnología. Así como está el viejo Movicom y la tablet actual. Cuando se escribió la obra, el año pasado, más allá de que no había que ser muy astuto para darse cuenta que esto iba a pasar, todavía estaba lejos de lo que se estuvo viviendo en estos meses y de lo que se está viviendo ahora. Así que por un lado es triste tener que vivir, pero por otro lado, para la obra, tomó una trascendencia y una actualidad que cuando empezamos a ensayar no lo imaginábamos. Daba la casualidad que nos imaginábamos que esto iba a pasar, pero bueno, la realidad era que todavía no había explotado cuando empezamos a ensayar.
¿Cómo fue el armado del elenco?
-Bueno, están Diego Leske, que encima escribe maravillosamente, con Mariana Armelin, que es la dramaturga. Matías Corradino, que es el personaje de Pajarito, que ya estaba en el elenco, pero nos faltaba una actriz, y convoque a Florencia Sacchi que es otra de mis actrices favoritas. La verdad que es un aprendizaje para mí, pero con mucha red de contención. Nunca estuve nervioso porque supe que estaba buena, y los actores son muy buenos. Entonces, soy el trapecista que sabe que tiene red abajo. Así que la estoy disfrutando como loco y, de hecho, ya estamos escribiendo una nueva obra para el año que viene.
-¿Por qué hay que ver a "Diciembre"?
-Para pasarla bien, porque si hago algo es para eso. Algo muy lindo es que dura 50 minutos. Si no te gusta, tampoco es grave, porque tampoco nada le gusta a todo el mundo siempre. Si les gustaron las películas que hicimos con Cristián. Si les gustó "76 89 03" o "Regresados", creo que esto les va a gustar porque tiene el mismo tono, el mismo mundo, la misma visibilidad y el mismo tipo de humor. Es para pasarla bien, y nada más que eso.
¿Por qué se decidió ir al teatro?
-Venía desde hace tiempo coqueteando con la idea, porque es mucho más inmediato, desde el surgimiento de la idea hasta que la concretas. Por ejemplo, "Regresados" la escribimos en 2001, la filmamos en 2005 y la estrenamos en 2008, y todavía estamos pagando la deuda… En teatro, se te ocurre una idea y a los seis meses la concretas y si la van a ver 80 personas por función por semana, es un éxito. Desde 1985 trabajo en publicidad. Primero como creativo, después como director y más o menos, siempre estuve rodeado de mundos perfectos, de dientes inmaculados, familias tipo y a mí me gusta poder exorcizar eso a través de largometrajes. Todo lo que no te muestra la publicidad, pero nunca dejando afuera al espectador. Una de las cosas lindas que me dio la publicidad es esto de saber comunicar y saber cómo llegar al público. Cómo hacerlo reír, llorar, sufrir, pero con historias de mierda, todo lo contrario a Colgate.
-¿Qué sensaciones y emociones le viene generando el teatro?
-¡Me vuelve loco! Lo artístico es parte importante de mi vida. Uno tiene que gustarse cuando se mira al espejo, y uno tiene que dormir bien a la noche. Eso es fundamental, y en la medida en que uno haga algo que no le guste, tarda en dormirse, y cuando se mira al espejo, se ve feo... Con el Cine estaba re dolido, resentido, me había sacado algunas miserias que no me gustaban, y de esta manera, es como parte de mi naturaleza. Como ir a la cancha a ver a Racing. Hacía muchos años que no venía haciendo nada por fuera de la publicidad, así que estoy realizado, es decir, me encuentro de nuevo cómodo y me encanta ver que funciona. En este caso que no la escribí, me emociono cuando veo que la obra funciona, cuando veo que se ríen, que se muerden las uñas. Ahí es donde siento y digo: "¡Qué lindo que estoy acá!" Porque estoy llegando al público. Ahora estamos escribiendo una nueva obra con Diego Leske. Me va a llegar más, porque para mí lo más importante en cualquier obra, sea de teatro, de cine o de televisión, tiene que ver con quién la escribe y quién es el autor. Ese es el genio para mí. El que creó el mundo. Después dirigirla es fácil. Entonces, hoy me emociona esto de estar entrando en un mundo desconocido que es el teatro, porque me doy cuenta de que voy a seguir metido acá. El cine va a ser difícil, a menos que de una vez me contraten. Televisión aspiro, serie me encantaría, pero hoy por hoy lo más cercano que tengo para desarrollar esta parte artística es el teatro.
-¿Cuáles son las diferencias entre el teatro y el cine?
-No hay diferencia. Tiene muchos más riesgos el teatro, porque no hay red. Mi aprendizaje en esto tiene que ver que es mucho más difícil hacer y producir cine, pero es más difícil hacer una obra de teatro, pero para mí la magia es la misma porque finalmente hago cine y hago teatro para verle la cara a la gente cuando está viendo la película o la obra. Entonces, me da lo mismo. Cuando veo que se ríen donde quise que se rieran, es donde siento que soy Dios.
-¿Y la dirección de actores?
-No es muy distinto, y ya te digo es mucho más difícil. Me cagué en las patas el primer mes. Un actor en teatro en general está al 100% en la obra, a menos que se vaya de escena. Pero cuando alguien está teniendo un protagonismo en la escena, los coprotagonistas que están en el escenario están actuando. En el cine sacamos con un primer plano el protagonista. Acá están actuando todo el tiempo todos los actores, entonces tenemos que generar acciones y darles indicaciones, aún cuando no son importantes, tienen que estar haciendo algo. Parte de la magia de todo está en el casting. Uno es director de actores, no es mago. Si me das tres maderas no te hago nada, pero como el casting fue muy bueno, los tres actores. Los dos actores y la actriz, son buenísimos y con mucha experiencia. También nos nutren. El director le da la confianza y pone el clima, y después el texto y los actores hacen todo. Como el director técnico en el fútbol, te ayuda un 20% o un 25%, después es el talento de los jugadores. Fue un aprendizaje esto de las pequeñas acciones de los que no son protagonistas, lo que en el cine generalmente se lo sacamos en la edición, pero que en el teatro está presente.
-¿A qué se refiere cuando dice que “no hay red”?
-No hay red, pero ellos ayudan mucho y tienen experiencia y bueno… yo también me tengo fe. Dirigiendo actores, siempre me sentí más cómodo, y es lo que más me gusta, pero insisto con un punto fundamental, el casting. Laburamos con actores o con actrices, gente que ya sabe y es marcarle el tono, nada más, después se la pasan proponiendo, es una maravilla, a mi me encanta. Me encanta.
-Volvamos al director de cine y que trabaja en publicidad también. ¿Qué está haciendo en términos de publicidad?
-Desde hace años en Argentina se me complica mucho filmar, es algo natural. Los que eran amigos míos ya casi no están en el medio o muchos se fueron a otros países de Latinoamérica. Estuve trabajando en México, Colombia, Perú, Venezuela, Paraguay y Ecuador. Ahí se valora o no se menosprecia la idea del director. Tengo 53 años y, por supuesto, uno entiende que hay nuevos talentos que son muchos más jóvenes y que generacionalmente están mucho más cercanos a lo que es el mundo de la publicidad. Generalmente me llaman cuando es un comercial de fútbol o de actuación, y me encanta porque después de conocer el cine… Cuando más conocí al cine más terminé amando la publicidad. Quedé mal con el cine. Tenía un delirio y un romanticismo que no existe. Son una manga de chantas, todos festivaleros. Me desencantó el mundo del cine y me gusta más lo inmediato de la publicidad. Trabajo en cine publicitario en el resto de Latinoamérica, más que en Argentina.
-¿En Argentina lo representa Huinca Cine?
-Sí, hace poco filmamos para Rexona un proyecto que me había encantado. Diego Turdera es un productor bárbaro, me cuida, me mima, y es un caballero.
+ La cita son los viernes de agosto a las 21 hs en NÜN Teatro Bar, Juan Ramirez de Velazco 419 (CABA).
* Las reservas pueden realizarse ingresando a www.alternativateatral.com.ar o llamando al 011 4854-2107.