La película muestra la normalidad de lo anormal. Una búsqueda constante por la diferenciación basada en una historia real; nos lleva hasta Mirna, hermana y gemela de Marni, que ha decidido someterse a un cambio de imagen para dejar de ser igual a su gemela.
Una crítica al concepto de “normalizarse”, algo que nos aleja de nosotros mismos, de las alternativas y que es una muestra de adaptación y sumisión de la que huir. Algo que a la cocina española le resbala, y mucho. Como demuestran, año tras año, en el Congreso Internacional de Gastronomía Madrid Fusión.
La protagonista: Marni, es como los negros, las feministas, los maricas, las lesbianas, los vegetarianos, los ermitaños, los andróginos y todos esos. Gente rara. Que no hacen lo que el resto, que no son como el resto y, por eso, son diferentes. Y esa diferenciación, esa anormalidad es extremadamente maravillosa para ella, para mi.
Con esta pieza quieren animar a que seamos diferentes, que seamos y nos convirtamos en unos auténticos anormales. Que disfrutemos de nuestra singularidad a nuestra manera; ya sea en la cocina o donde sea. Un llamamiento a romper con la norma de lo normal; para que sea al revés, que la norma que impera sea la anormalidad.