Dos niños de 7 años marcaron el comienzo de la coreografía, a la que poco a poco se fue uniendo más y más gente de todas las edades, hasta sumar más de 200 personas. Ante la miranda asombrada del resto de visitantes, desarrollaron una coreografía de tres minutos, que incluía piezas modernas y otras más populares como la Cucaracha y la Bamba, con un guiño local para la jota aragonesa.
De cara a provocar el efecto sorpresa, el lugar de celebración del flashmob se mantuvo en secreto, incluso para los bailarines, hasta el último minuto.
Detrás de esta acción efímera e inesperada, conocida como Flashmob (flash: destello, ráfaga; mob: multitud) hay cientos de horas de ensayos en lugares alternativos al del evento, en los que los participantes, provenientes de diversos colegios, escuelas de baile, clubs y gimnasios de la provincia de Zaragoza, pusieron toda su ilusión para lograr el espectacular resultado final.
La acción responde al deseo del centro comercial Gran Casa de Zaragoza de regalar a sus clientes una experiencia única y memorable. Esta acción se enmarca en una campaña global en la que Gran Casa va a seguir dinamizando su espacio con actividades sorprendentes, poniendo el foco y dando el protagonismo en la ciudadanía.