Durante su conferencia en El Ojo de Iberoamérica, John Mescall, Global Chief Creative Partner de Dentsu Creative, invitó a reflexionar sobre la esencia misma de la creatividad: su capacidad de desafiar el orden establecido. “Vivimos en un mundo que quiere que todos nos comportemos bien, que sigamos las reglas. Pero nuestra profesión existe justamente para romperlas”, señaló.
Para Mescall, el rol del creativo es cuestionar lo natural, desarmar lo previsible y reinventar lo posible. “Nuestro trabajo no consiste en adaptarnos al sistema, sino en subvertirlo. Somos afortunados: nos pagan por romper las normas”, afirmó, destacando que la inconformidad es la verdadera fuente de innovación.
El líder creativo también recordó que toda revolución —en la historia o en la publicidad— nació de un acto de subversión. Como ejemplo, citó la mítica campaña de Volkswagen de los años 50, que desafió la cultura de exceso de la América de posguerra. “Fue un gesto radical, y sigue siendo uno de los trabajos más importantes de la historia. No hay nada nuevo: redescubrimos, reinventamos, y volvemos a usar las ideas poderosas”.
Finalmente, subrayó que, en un mundo donde muchos temen a la creatividad y donde la inteligencia artificial replica patrones, la creatividad humana sigue siendo insustituible. “La IA está diseñada para continuar lo que ya existe. Nosotros, para romperlo. Esa es nuestra ventaja y nuestra responsabilidad”.
En su conferencia en El Ojo de Iberoamérica, John Mescall dejó en claro que la creatividad no es un ejercicio cómodo. “Si tu trabajo te resulta fácil, probablemente no estás haciendo bien tu trabajo”, advirtió. Para el Global Chief Creative Partner de Dentsu Creative, crear es luchar contra fuerzas naturales: las expectativas, la lógica, las categorías y los patrones que nos dicen cómo deben ser las cosas.
Para Mescall, el camino creativo no es un camino fácil, ni para los creativos ni para los clientes que los acompañan. “Vivimos en un mundo que busca estabilidad, pero nuestra misión es precisamente lo contrario: mover, desestabilizar, provocar. Cambiar comportamientos, reinventar lo que la sociedad da por suficiente.” Por ello, para el creativo, la subversión no es un acto de rebeldía sin sentido, sino una necesidad vital: la única forma de mantener viva la creatividad en un entorno que tiende a domesticarla. “No elegimos esta profesión porque sea fácil, sino porque es la única que nos permite imaginar algo mejor que lo que ya existe”.
En la recta final de su presentación, el conferencista insistió en que las ideas radicales deben tener una lógica interna, que las haga tangibles y posibles: “Las mejores ideas son aquellas que parecen locas, pero al mismo tiempo tienen una claridad pragmática”. Y recordó que “ser divertido” sigue siendo una de las herramientas más poderosas para atravesar la resistencia y conectar con la gente.
También advirtió sobre el mayor enemigo del pensamiento creativo: la burocracia. “Mata todo lo inesperado”, afirmó. Y subrayó que muchas veces los procesos, dentro incluso de las propias agencias, se convierten en obstáculos que ahogan la invención. “El proceso nunca debe ser más importante que la idea”.
Para cerrar, Mescall llamó a volver a la mirada del niño, a recuperar la capacidad de asombro y de juego como motor de toda innovación. “Cada día es una lucha”, concluyó, “pero si no peleamos por mantener viva la curiosidad y la imaginación, nadie más lo hará por nosotros. La creatividad sigue siendo nuestra mejor forma de subversión".