- LatinSpots (LS): En una industria donde la dirección creativa sigue siendo un territorio mayoritariamente masculino, ¿qué resistencias explícitas o silenciosas encontraron en el camino y qué partes de ustedes tuvieron que defender con más fuerza para no adaptarse a un modelo que no las representaba?
- Juana Zegarra (JZ): Las resistencias no siempre fueron frontales. Muchas veces fueron silenciosas: ideas que necesitaban validación masculina para existir, decisiones tomadas sin nosotras, conversaciones que sucedían en otros espacios. También hubo resistencias explícitas: dudas constantes sobre el liderazgo, cuestionamientos que no eran iguales para todos y todas y una exigencia permanente de demostrar más para validar lo mismo.
Lo que defendí con más fuerza fue mi esencia y mis valores. No renuncié a mi forma de pensar, de mirar ni de liderar. No acepté adaptarme a un modelo de dirección creativa históricamente masculino, vertical y poco empático, ni convertirme en una versión aceptable de ese sistema. Porque adaptarme hubiese sido traicionarme, y sostener mi esencia fue la única manera de ocupar este lugar sin desaparecer dentro de él.
- Poppy Villacorta (PV): La resistencia persiste. Puede ser más silenciosa, pero sigue ahí: en las indirectas, en el mansplaining constante, en decisiones tomadas sin tu presencia, en la necesidad de demostrar tres veces más que vales lo mismo que un par con tu mismo rol.
Hay una tarea permanente de defender tu posición, tu voz y tu criterio dentro de un sistema estructurado para que, como mujer, te canses, bajes la guardia o renuncies. No se trata solo de llegar al puesto, sino de quedarse sin cambiar quién eres. De no bajar la voz para no incomodar ni pedir permiso para ocupar un lugar que también es nuestro. En una industria diseñada para que las mujeres se vayan, permanecer fieles a quienes somos, y liderar desde ahí, no es solo resistencia: es una forma de poder.
- LS: Hoy ocupan un lugar de decisión real. Cuando la mirada femenina entra en la mesa donde se define la creatividad, ¿qué cambia de fondo? No solo en el trabajo que sale, sino en la forma de liderar, de discutir ideas y de ejercer el poder creativo.
- PV: Liderar como mujer en esta industria no es fácil. Muchas veces eres la única en una mesa de dirección creativa. Desde un lado, tu postura es invalidada; desde el otro, hay una lucha interna constante por hacerte valer. Si tus valores no son firmes, existe el riesgo real de que se diluyan dentro de una estructura construida históricamente desde la mayoría masculina.
Es justamente ahí, en ese punto de tensión, donde tu mirada y tu forma de liderar son puestas a prueba. Donde tienes que aferrarte a ti misma para no cambiar. Liderar desde un lugar sororo, feminista y abierto. Guiar desde otra sensibilidad: desde la escucha, la empatía y el cuidado. Abrir espacio para quienes están aprendiendo, y demostrar, con el ejemplo, que su luz y su voz no solo importan, sino que son necesarias
- JZ: Cuando la mirada femenina entra en la mesa, la creatividad deja de ser un ejercicio solitario y se vuelve un espacio compartido. Aparece la sororidad en lo cotidiano: en cómo se escuchan las ideas, en cómo se cuidan los procesos y en cómo se construye confianza para crear sin miedo.
Desde que salí del clóset del feminismo, entendí que muchas de las incomodidades que sentía no eran personales, sino estructurales, y que la falta de visibilidad no era casual. Eso cambió mi forma de liderar y de discutir ideas. Empecé a ejercer el poder creativo con más conciencia, entendiendo que no se trata solo de ocupar un lugar, sino de abrirlo. Desde ahí, el liderazgo se transforma. El poder creativo no se impone. Las ideas se discuten con profundidad, sin egos, y la creatividad conecta más con las personas porque nace de experiencias reales.
- LS: En un sistema que durante años decidió quién podía imaginar y quién solo ejecutar, ¿por qué eligen quedarse y empujar desde adentro? ¿Qué están disputando cada vez que dicen “esto sí” y “esto no”? Y cuando ya no estén en este lugar, ¿Qué tendría que haber cambiado para poder decir que no solo llegaron, sino que movieron la estructura?
- JZ: Me quedo porque no concibo la idea de irme. Porque este espacio es mío. Estudié, trabajé y construí mi carrera para estar acá. Es mi lugar. Y porque alguna vez soñé con ser directora creativa y con tener la responsabilidad de usar mi espacio para decir cosas que antes no se decían, cosas que muchas veces yo misma me guardé.
Me quedo para abrir conversaciones que incomodan y para no irme cuando todo se pone difícil. Pero, sobre todo, para no repetir lo de siempre y ejercer el poder creativo con conciencia, criterio, feminismo, empatía y conciencia social. Porque liderar no va de justificarse: va de incomodar, de tomar riesgos y de entender que, cuando hay talento, el espacio no se pide. Se ocupa.
- PV: Yo me quedo porque pienso mucho en quién viene después. Porque sé lo importante que es verse reflejada en alguien que ocupa un lugar que parecía lejano o imposible.
Me quedo porque no quiero dejar intacto un sistema que durante años decidió quién podía imaginar y quién no: No quiero ser una excepción. Quiero que deje de ser raro. Y voy a saber que valió la pena si las mujeres que lleguen después no tienen que resistir todo el tiempo, si pueden crear desde la libertad y no desde la defensa constante, si llegan a una mesa creativa a imaginar, no a demostrar.
- JZ y PV: Mover la estructura, para nosotras, es que el poder creativo pueda ser sensible y fuerte a la vez. Que el talento exista sin miedo. Y que las mujeres que vengan después no hereden una lucha, sino un espacio abierto donde brillar juntas. Queremos que todas las mujeres entiendan que el espacio que ocupan, lo ocupan porque lo merecen y porque son TODO LO QUE ESTÁ BIEN EN EL MUNDO.
FOTO: Juana Zegarra y Poppy Villacorta.
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