(24/12/10). La justicia determinó por segunda vez que el dictador argentino Jorge Rafael Videla recibiera como condena la prisión perpetua. Un caso único en la historia, donde un genocida vuelve a ser juzgado con la misma condena. Es una reafirmación de nuestra joven democracia, que confirma valores y que no estuvo ni está dispuesta a negociar. Por otra parte, y a pesar de tener más de setenta años de edad, lo que les da el beneficio de tener prisión domiciliaria, el juez del Tribunal Oral 1 de Córdoba dictaminó que deberán cumplir sus penas en la cárcel común. El fallo ya es hoy un ejemplo internacional de cómo juzgar genocidas dentro del estado de derecho. Argentina hoy puede estar orgullosa de su sistema legislativo y judicial.
La condena a Videla resignifica a esta democracia. Es como si la volviera a bautizar. No podía concebirse una auténtica democracia con Videla en libertad. En este caso, la condena a Videla es mucho más que un hecho judicial. La poderosa carga simbólica que implica se proyecta sobre toda la sociedad como una reivindicación de la democracia, porque se logró en democracia. Y además se materializa como un gran acusador de los que todos estos años trataron de impedirla hipócritamente en nombre de una democracia en la que no creen. La democracia vuelve a soplar las velitas por segunda vez
FOTO: Luciano Benjamín Menéndez y Jorge Rafael Videla.
fuente: Página 12 / foto: DyN y Telam