Intrépida, La Despensa se desplaza como un colectivo artístico camuflado bajo la inofensiva apariencia de una agencia de publicidad. Ahora, estacionada en Buenos Aires, lanzó el sitio web puuuurrrrffff.com.ar, dirigido a “ilustradores, fotógrafos, diseñadores, artistas plásticos, radicales de la papiroflexia ó ingenieros de lego” para que se sumen a una particular forma de trabajo. En la agencia madrileña, por ejemplo, el día comienza con clases de yoga y hay futbolines para que los empleados puedan descargarse a pelotazos. Pero más allá de sus costumbres y saludos particulares, la originalidad se ve en las campañas que idearon. Para un Paintball español, por ejemplo, la agencia tumbó a ocho personas en la calle de la Gran Vía de Madrid, con marcas rojas que parecían manchas de sangre y coronas de flores de despedida. Parecían muertos y la impresión fue tal, que la prensa inundó los medios con la novedad, convirtiendo la campaña en la primera acción de ambient marketing. El sentido del humor y la ironía es una de las debilidades de la agencia fundada y conducida por Javier Carrasco y Miguel Olivares, quienes conciben la publicidad como una estrategia sin límites que va más allá de los formatos. Su presentación “Hola, venimos a poner una bomba”, consiguió conquistar a nuevos clientes que quieren algo distinto y en el último tiempo su cartera se agrandó con Muchoviaje.com, obra social Casa Burgos, Spirit, H2o, Match.com y Galería Jorge Juan. Con cuatro años cumplidos, la próxima meta de La Despensa es crear una secta para difundir el amor y la felicidad entre la gente. Su sede en Buenos Aires –publicitaria ó es sectaria-, ya está instalada.