Con el fin de ayudar a estas mujeres violentadas, investigamos cuál es el lugar en el que las víctimas pueden contar lo que sucedió de forma segura, fácil porque la mayoría son analfabetas y sin miedo a ser criticadas.
Un sitio que incluso en el desarrollo urbano de cada departamento del país, siempre está en el centro de cada pueblo: Las iglesias católicas.
Con más puntos en todo el país que puntos de denuncia, varios sacerdotes accedieron a convertir sus confesionarios en centros de denuncia.
¿Cómo funcionaba? Las mujeres únicamente debían presionar un botón para presentar su denuncia, dejar sus datos y proceder legalmente.
Como resultado, 22 denuncias fueron realizadas en tan solo un día, en una de las zonas más afectadas del país, mientras en todo el territorio se reciben 27.
Más sacerdotes se acercaron a solicitar anónimamente el dispositivo para no poner en riesgo su posición.
Hoy en día los dispositivos funcionan a las sombras de la iglesia mientras se inicia la audiencia para poner en agenda la iniciativa a nivel mundial.
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Agencias - Guatemala