La grieta y la pauta oficial: ¿Adónde invierte cada gobierno?

Christian Findling, Director Comercial en El Cronista Comercial realizó un informe sobre la relación entre la grieta y la pauta oficial. A continuación, sus palabras.

La falta de regulación en la pauta oficial es una de las debilidades más grandes que tiene Argentina en materia de libertad de expresión e información. Este problema, común en varios países del continente, deja en manos de cada gobierno de turno la decisión de invertir su presupuesto publicitario adonde le plazca. En consecuencia, una gestión puede premiar al medio que la apoya y a su vez castigar a la prensa disidente. En ese contexto, el verdadero sentido de la propaganda, orientado a difundir a la ciudadanía las acciones más resonantes de un gobierno, corre el riesgo de convertirse en una herramienta de presión a la independencia económica e ideológica de los medios.

Pese al entorno desfavorable en el que se ejecuta el presupuesto de la pauta oficial en nuestro país, vale diferenciar algunos matices en las prácticas elegidas por los últimos dos gobiernos que llegaron al poder. En 2016, Cambiemos invirtió 2439 millones de pesos, mientras que en 2015 se estima que el kirchnerismo superó los 3200 millones. Existe, a simple vista, una diferencia de criterios sobre la importancia de la propaganda. Mientras que para los K la comunicación fue una pieza fundamental en el engranaje político y electoral, Macri pareció asignarle, hasta el momento, un orden menos prioritario.

Entre 2009 y 2015, Veintitrés (Grupo Spolsky-Garfunkel) estuvo al tope de las preferencias en la publicidad de Cristina Kirchner. Clarín es el más beneficiado por el oficialismo actual, con más de 519 millones recibidos en 2016. Esto representa un fuerte crecimiento con respecto al 2015, el último año del kirchnerismo en el mando, cuando facturó 96 millones por el mismo concepto. Telefé, con ingresos por $171.535.146, y el Grupo Indalo ($165.924.793) completan el podio del oficialismo actual.

Los grupos que encabezan cada listado – Veintitrés y Clarín- son afines a los gobiernos que le dieron apoyo, lo cual refleja el sistema encubierto de premio y castigo que mencionamos anteriormente. Asimismo, el kirchnerismo montó un sistema de medios propios, en clara sintonía con su proyecto de gobierno, pero claramente limitado al aporte de la publicidad estatal. Esa también es una consecuencia nociva por la falta de regulación legal.

La idea de la discrecionalidad se acentúa cuando vemos que Clarín y La Nación, los dos diarios de mayor tirada en el país, no estuvieron en los primeros cinco puestos de la pauta oficial kirchnerista, ocupando el sexto y dieciseisavo lugar, respectivamente. La Nación, en sintonía ideológica con el macrismo, trepó hasta el quinto puesto en 2016.

Otro aspecto a destacar es la creciente inversión del gobierno actual en publicidad digital, con Google como principal destinatario en 2016. Esto puede tener dos lecturas: por un lado, el macrismo se adapta a la evolución sostenida del merado online. Por otro, podemos interpretar que este gobierno es más cercano a los nuevos lenguajes comunicacionales, marcando una clara diferencia con la visión más tradicional de los medios de comunicación que tuvo el kirchnerismo.

A modo de síntesis, es necesario afirmar otra vez que la pauta no puede ser manejada a voluntad, bajo especulaciones políticas, por favoritismos ideológicos y apegados a la grieta política que atraviesa al país. Todavía nos debemos un debate serio al respecto.

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