-¿Qué significa esta nueva etapa como dueño de Bestia?
-Comencé a trabajar en publicidad, más o menos, cuando tenía 20 años. Siempre tuve la intención de hacer una agencia propia y hace algunos años se dio la ocasión y no hubo mucho que pensar.
-¿Por qué decidió dar este paso?
-Los modelos en los que trabajé anteriormente me parecieron siempre sobredimensionados y poco ágiles. Al tratarse de estructuras multinacionales, era muy difícil intentar algo diferente, sobre todo, en un mercado económicamente pequeño para el rubro, como Chile. La única forma de intentar hacer las cosas realmente a mi manera, fuera ésta correcta o no, era a través de la independencia.
-¿Cuáles son sus objetivos y principales medidas para comenzar esta nueva era?
-Una primera medida es querer y creer en lo que hacemos. El objetivo, claramente, es afianzar la relación con los actuales clientes y que el trabajo que hacemos en conjunto nos permita sumar más a nuestra cartera. Crecer con buenos trabajos es una vitrina para nuevos clientes del perfil de la agencia y también para atraer talentos creativos. No pretendemos ser “coleccionistas de marcas” por simplemente sumar.
-¿Qué análisis hace de la publicidad chilena y hacia dónde cree que va?
-Además de los publicitarios, no existe un público para la publicidad. Las personas comunes no la consumen. Siempre he pensado que nuestro trabajo tiene que tener un componente pop para llegar a la gente. La publicidad chilena ha dado algunos pasos hacia atrás como ente relevante de la cultura POP de este país y creo que los esfuerzos deben destinarse a eso. Están el talento y las ganas. Eso se ve. Ahora que la gente lo vea más depende de nosotros. Me parece increíble cuando la gente adopta frases, formas, canciones y un sinfín de etcéteras de la publicidad, porque es ahí cuando realmente hemos cumplido el objetivo de hacer relevante a la marca que se hizo cargo. Parte de la cultura, del habla y, en algunos casos, hasta del acervo cultural.
-¿Cómo ve a Chile con respecto al resto de la región?
-Sería bueno que potenciáramos más la identidad de nuestro país a través de lo que las marcas comunican. Hay un mundo infinito ahí. Si miramos lo que hacen nuestros vecinos más cercanos se nota que en eso estamos al debe.
-Chile está muy desarrollado digitalmente. Si tuviera que hacer un análisis de la evolución digital de la industria chilena, ¿qué cuestiones destacaría?
-Hay excelentes ideas en el plano digital, probablemente, porque existen menos restricciones de clientes y marcas. Se atreven más en estos medios, porque aún las inversiones son más bajas y pueden apostar. Chile es un país fértil para desarrolladores de tecnología, emprendedores y startups de todo tipo. Me encantaría ver una fusión o joint venture entre estas empresas, las marcas y nosotros los comunicadores.
-¿Cuáles son los desafíos hoy para seguir desarrollando esta capacidad?
-Proponérselo y proponerlo.
-Hoy el gran valor de las marcas está en la experiencia que brindan al consumidor. ¿Qué no debe faltar en ellas para que sean efectivas?
-Una marca es un relato vivo. Siempre ha sido así. Años atrás la experiencia con una marca, prácticamente, partía de la exposición del público al avisaje y terminaba en la compra del producto. Hoy, gracias a las redes, los contenidos y la multicanalidad, las relaciones con los productos son mucho más que eso y la efectividad, a mi gusto, siempre va sí o sí de la mano de una buena idea, de lo contrario, la experiencia será vacía. La esencia de nuestro trabajo es ser, aunque sea, una parte mínima de la vida cotidiana de las personas.
-La tercera edición del estudio de Cadem, “El Chile que viene”, revela que el 44% de las personas considera que las marcas chilenas son machistas y un 52% piensa que la publicidad es machista. ¿Cree que se puede revertir esto?
-Chile es un país machista y las encuestas solo reflejan nuestra idiosincrasia. Hace unos días el presidente de este país se reunió con los empresarios de la CPC. No hubo ninguna mujer en la mesa. Según los datos del Círculo de Creativas de Chile, hay 272 hombres con cargo de liderazgo, mientras que las mujeres son solo 77. Eso refleja la realidad. Hay mucho discurso de integración e igualdad, pero hay que llevarlo a la práctica. Para avanzar en el tema tenemos que dejar de lado sesgos, formas y discursos que hoy nada aportan. Mirando algunos trabajos personales de hace varios años creo que, simplemente, ya no tienen cabida. Hay que hacer autocrítica y evolucionar.
-¿Cómo se mantiene una agencia rentable hoy?
-Hay un libro de Geoff Colvin titulado “Humans are Underrated”. Los humanos están subvalorados. Me pasa un poco con lo mismo con el escenario actual de la publicidad. El corazón de la publicidad es la creatividad, las ideas, el relato, lo original, lo incómodamente sorprendente y creo que eso debemos valorarlo más. La data, los estudios y la información dura, finalmente, se puede comprar. Es empatable. Una buena idea no. Me llamaron la atención las que considero las 2 últimas campañas que vi que fueron las más comentadas por medios que no eran publicitarios. La última de Nike con Colin Kaepernick que, si la analizás tiene una estructura clásica y muy noventera, pero que remeció a todo el mundo por su inteligencia y contingencia, y la historia de Elton John que creó John Lewis para esta navidad. Una idea potentísima desde su sencillez. Para mí, la rentabilidad de una agencia o, por lo menos, a lo que apuesto, es a eso. El core histórico de nuestro rubro.
-¿En qué proyectos están trabajando hoy y junto a qué clientes?
-Nos movemos mucho por el área de contenidos, crear productos y hasta lugares físicos asociados a marcas que luego amplifican el mensaje principalmente en canales digitales. En base a este pensamiento, a la cartera de clientes se han sumado un par de proyectos puntuales que deberían salir al aire durante este verano. Prácticamente, producimos nuestro propio contenido internamente, así que, por ese lado, también se abrió una nueva veta, donde en algunos casos se tiene el control total de un proyecto. También se está trabajando de una forma distinta con una marca de cerveza. No es la clásica relación cliente – agencia porque, en este caso, la agencia se incorporó al negocio del cliente. No sabemos qué puede resultar de esto, pero claramente ha sido una experiencia positiva.