Escribió su destino cuando compró la oficina de Miami de Arthur Mogge Advertising en 1965 y la rebautizó Samuel B. Crispin & Associates. Durante los primeros años, la agencia estuvo abocada, principalmente, al turismo entre Estados Unidos y El Caribe. Pero fue mucho más que un ícono publicitario del nuevo milenio.
A los 20 años luchó por Estados Unidos en la Segunda Guerra Mundial, dentro del submarino Uss Perch en el Pacífico Sur. Poco después su vida volvió a la normalidad y se graduó en la Universidad de Illinois. Fue aceptado en el Colegio Médico de Harvard, pero rechazó la oferta, sus deseos y ambiciones iban por otro lado. Siempre fue querido en Miami, de hecho esa fue una de las razones por las que decidió no ir a Massachusetts. Dentro de la ciudad, formó parte de la "Sociedad Literaria de Varones", que solía reunirse a contar chistes y anécdotas.
Tiempo más tarde fundaba Samuel B. Crispin & Associates, agencia pionera dentro de la comunidad publicitaria de Miami. Al principio, trabajó para cuentas de las Islas Caimán y para entidades específicas como el Consejo Turístico de Jamaica. En 1988, cuando Chuck Porter pasó a ser Director Creativo y Socio de la agencia, la compañía se reiventó y empezó a trabajar como Cripsin & Porter. Ese mismo año, Sam vendió la agencia a su hijo Charles.
Para terminar de delimitar la historia de CP+B, Alex Bogusky se sumó en la década de los 90 como Socio. En poco tiempo, la agencia fue nombrada como una de las 15 más importantes de Estados Unidos. Batió récords en Cannes, Clío y en todo festival en el que se presentó.
"Para aquellos que lo conocieron mejor, saben que en este momento él está en algún lugar de las Bahamas, al mando de un hermoso velero, con una copa de ron en la mano, con el viento llenando sus velas y con una enorme sonrisa en su rostro", publicó su familia en un diario local de Miami. Una gran ausencia no solo para sus seres queridos sino también para toda la industria publicitaria.