Lalo López: A la vida no se le gana alargándola, se le gana ensanchándola

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(23/12/16). Bajo este título, Raúl Cardós rindió homenaje al fallecido Lalo López, publicista mexicano que luchó contra el cáncer durante los últimos tres años. El creativo comenzó su carrera en 1989 en Leo Burnett, y desde entonces tuvo varias experiencias en agencias multinacionales hasta que fundó Oveja Negra. Luego de haber sido diagnosticado con la enfermedad, López creó el Pandatón, un evento para ayudar a personas que padecen cáncer. A continuación, el recuerdo del Fundador de anónimo.

Junio, 1990. Estaba en casa viendo algún partido del Mundial de Italia 90 cuando me llamó por teléfono Lalo López, para decirme que tenía una “oportunidad increíble” para mí. Lalo trabajaba en ese entonces como Copy Jr en Leo Burnett y se iba a tomar un par de meses sin goce de sueldo para hacer un viaje a Europa con otros de nuestros amigos.

“Me dieron permiso de faltar dos meses, pero no quiero dejar tirada la chamba, le ofrecí a Lourdes Lamasney que le llevaría a alguien que me cubra y pensé en ti, porque eres muy cagado y creo que podrías servir para esto”, me dijo “la idea es que vengas durante el verano. No hay paga pero te firmarían tu servicio social y de paso aprendes cómo se trabaja, chaquetón”

Yo estudiaba el sexto semestre de la carrera de Mercadotecnia, así que “hacer una pasantía” dos meses en una agencia me venía bien. No me pasaba por la cabeza dedicarme a la publicidad pero no estaba de más aprender, así que acepté. Dos días después, ahí estaba: agradecido con Lalo por la oportunidad de hacer mi servicio social en un trabajo que, según me contaba él siempre, era “muy divertido”.

Lalo era, desde hacía varios años atrás, mi mejor amigo. De esos amigos que te joden todo el tiempo pero que igual siempre están ahí cuando los necesitas. Nos habíamos conocido en la secundaria y desde entonces jugábamos al futbol juntos y pertenecíamos al mismo grupo de amigos de toda la vida, aunque él era diferente. Era, lejos, el más determinado, el más centrado y el más maduro del grupo. El que más claro tenía lo que quería hacer, el que más rápido entró a trabajar, el que siempre supo que quería dedicarse a la publicidad, al grado de conseguir su primer trabajo interrumpiendo un día en la práctica a Polo Garza, que jugaba al golf en el mismo club que su papá, para mostrarle unos comics que había hecho y decirle “que le diera chance de probarse en Leo Burnett, que él sería un gran creativo”. Polo vio los comics y no lo dudó un segundo, se lo llevó a Lourdes Lamasney para que lo contratara y así empezó el programa de “trainees” de la agencia, que al cabo de muy poco tiempo probaría ser el programa más exitoso de contratación de creativos en México cuando Leo se convirtió en la agencia más premiada del país y en el semillero de talentos más grande que haya dado la publicidad en México en mucho tiempo.

Sí, todo eso empezó con Lalolopez.

El mismo Lalolopez que apenas dos años después, a los 24, se fue como Director General Creativo a la oficina de Burnett en República Dominicana y la puso en el mapa con gente como Mike Alfonseca. El mismo que volvió después a México para ayudar a transformar una agencia gris y sin foco creativo como Lintas en una de las más premiadas del país, con un equipo increíble de gente como Luis Elizalde y Fer Osuna entre otros, con quienes hacían grandes campañas para Compaq y Burger King. Si, Lalo tenía la enorme capacidad de “sacarle agua a las piedras” y transformar todo lo que tocaba a través de la creatividad, además de formar a grandes creativos.

Nunca le importaron demasiado los premios. De hecho, no creía mucho en ellos. El pensaba que la creatividad tenía que ayudar a las marcas y que los festivales hacían daño a la profesión porque quitaban el foco de donde tenía que estar. No sometía ni permitía que nadie de su equipo sometiera anuncios “truchos” a un festival, jamás. Congruente como pocos, si la idea no era parte de una campaña real, no servía para él. Con todo y eso, cuando se lanzó a fundar Oveja Negra logró que la agencia estuviera entre las más premiadas del país desde su arranque y, sin ser una agencia de origen “digital”, se ganó el primer Grand Prix de la categoría que otorgó el Círculo Creativo y Oveja Negra se posicionó rápidamente como una de las mejores agencias del país.

Un visionario, adelantado a su época, Lalo fundó su agencia pensando en hacer creatividad que fuera más allá de la publicidad.

“¿Qué pasa si existiera una agencia que no se fijara en los formatos, que hiciera creatividad y generara historias propias para las marcas, para que las marcas entonces se vuelvan más relevantes en la vida de la gente?”, decía, en un tiempo en el que nadie hablaba aun de “contenidos”.

“Para mí Oveja Negra es una marca, que así como hace publicidad podría hacer muchas otras cosas que tengan que ver con creatividad, por qué no, hasta lanzar sus propias marcas…”

Esa era su idea y eso fue lo que hizo: fundar una agencia preocupada por las marcas, mucho más que por los premios y enfocada en la creatividad, mucho más que en la publicidad.

Hace poco menos de cuatro años, a Lalo lo atacó el cáncer. Pero no cualquier cáncer. Un cáncer de colón con metástasis al hígado, en estadío 4. Es decir, el peor de los escenarios posibles. Y ante un diagnóstico fatal y de muy pocos meses de vida, Lalo hizo lo impensable: decirle que no al cáncer. ¿Cómo?, a través de la creatividad, lo que mejor sabía hacer.

“No me digan que tengo cáncer, porque la palabra es horrible, asusta. Yo tengo “piscis”. Suena más amigable y positivo y me gusta más”, nos dijo. “Esto no me va a derrotar, al contrario: va a sacar lo mejor de mí. La que viene será la mejor etapa de mi vida”.

Y fue exactamente eso lo que sucedió. Durante 4 años Lalo nos enseñó, a todos los que tuvimos la fortuna de conocerlo, innumerables lecciones de vida. Fue capaz de sacar de la tragedia cosas increíbles. De construir, ayudar, motivar e inspirar mucha gente a través de su blog “El Diario de un Guerrero” (www.lalolopez.tumblr.com), o de pláticas que daba sobre su proceso. Hablaba horas por teléfono e iba a visitar a gente que ni siquiera conocía para darles consejo y apoyo y, fiel a lo que siempre pensó, fundó su propia marca, la iniciativa Panda, para ayudar a gente sin recursos a pagar sus tratamientos contra el cáncer. Gracias al Pandatón, una carrera de la fundación, hay gente que ha recibido transplantes, asociaciones que han podido renovar sus instalaciones, en fin. Lalo hizo, en estos 4 años, mucho más de lo que mucha gente que está totalmente sana hace en toda su vida. Hizo que todos los que lo rodeamos viviéramos 4 años increíbles a su lado, cuando en teoría una enfermedad así debería significar todo lo contrario.

“A todos nos toca luchar por algo. Y si bien no podemos elegir las batallas que nos toca pelear, lo que sí podemos elegir es cómo pelearlas”, decía. Y él la peleó así: de manera positiva, aprendiendo, compartiendo, creciendo y siendo cada vez mejor. Ganándole al “piscis” a través de la felicidad y el amor. Transformando todo lo malo en algo bueno y enseñándonos cómo se debe vivir.

Lalo vivió como quiso, hasta el final. Viajó, buscó, experimento, se equivocó, pero sobre todo, creció. Creció como ser humano e hizo todo lo que se le pegó la gana, siempre con el apoyo de su querida Pachy al lado y con dos hijos maravillosos que vieron en él el mejor ejemplo que un hijo puede recibir. Y finalmente, cuatro años después de un diagnóstico inicial que le daba 3 meses de vida, cuando decidió que no había nada más que hacer, cuando le había sacado a la vida absolutamente todo lo que pudo, se nos adelantó. Se fue rodeado de cariño, tranquilo y sin nada por decir, sin nada más que hacer. Sin ningún pendiente. Así, como deberíamos irnos todos.

“A la vida no se le gana alargándola, se le gana ensanchándola”, decía siempre. Y vaya que él la ensanchó.

Prueba de ello ha sido la avalancha de comentarios, mensajes, fotos y demás expresiones de cariño que gente de todos lados ha estado posteando en las redes sociales. Gente pidiendo que el Círculo Creativo le ponga su nombre al Grand Prix de bien social en el festival. Gente que ni siquiera lo conoció pero que leyó acerca de él y que dice que Lalo “les cambió la vida”, en fin. Siempre he pensado que el verdadero éxito no se mide en premios, sino en la cantidad de personas cuyo cariño, respeto y admiración te ganas en la vida y a quienes logras tocar e inspirar a ser mejores y en ese sentido Lalo tuvo el mayor éxito que se puede tener.

“A la publicidad le hacen falta más Lalos López”, escribió hace poco mi querido Fader, un creativo mexicano, en Facebook. Estoy totalmente de acuerdo. Pero me parece que es a la vida, no solo a la publicidad, a la que le hacen falta más tipos como él.

Descansa en paz, guerrero incansable. La publicidad, pero sobre todo la vida, te va a extrañar. Gracias por tanto.

(1967-2016)

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