Un fenómeno que sigue consolidándose como una fuerza clave en el marketing digital y el consumo familiar: el de las momfluencers. Más que un trend pasajero, estas mujeres han transformado su experiencia de maternidad en un canal de influencia real, auténtico y de alto impacto económico.
Desde TikTok hasta Instagram, las momfluencers documentan el día a día de la crianza de sus hijos —en especial los de la Generación Alpha, nacidos a partir de 2010—, convirtiéndose en una poderosa voz que conecta con millones de madres en América Latina. Su mayor activo: la confianza.
A diferencia de la publicidad tradicional, sus recomendaciones nacen de la experiencia, y eso genera un vínculo único con sus audiencias. Ya sea compartiendo recetas de recetas caseras, reseñando pañales ecológicos o mostrando gadgets de estimulación temprana, estas creadoras no venden productos: comparten vivencias. Y en ese acto, influyen en las decisiones de compra de miles de hogares.
Los números lo confirman. En TikTok, los hashtags #momsoftiktok y #momtok acumulan más de 37 millones y 7.6 millones de publicaciones, respectivamente. Pero más allá de las cifras, el fenómeno tiene una profundidad particular en nuestra región: las momfluencers no buscan mostrar una maternidad perfecta, sino real.
“Su impacto radica en la capacidad de conectar desde la experiencia cotidiana, con un lenguaje directo y sin filtros. Han creado comunidades activas y fieles, lo que las convierte en aliadas clave para las marcas que quieren hablarle con autenticidad a las familias de hoy”, comenta Eduardo Núñez, Influencer Marketing Director México y LATAM en another, la agencia de comunicación estratégica con mayor cobertura en América Latina.
Marcas de higiene infantil, alimentos, productos sensoriales, tecnología educativa o servicios de bienestar familiar son algunas de las que ya apuestan por ellas. Pero lo hacen desde una nueva lógica: construir campañas en torno a sus historias personales, y no al revés.
En un entorno digital saturado de publicidad, las momfluencers ofrecen algo que no se puede comprar fácilmente: empatía. Para muchas madres, ver a otra lidiar con berrinches, cansancio o culpa no es solo entretenimiento: es acompañamiento.
“Compartir en redes se ha convertido en una forma de resignificar la maternidad. Y estas creadoras han logrado capitalizar esa experiencia sin perder autenticidad. Además, visibilizan un trabajo de cuidado que muchas veces sigue siendo invisible”, agrega Núñez.
Pero con la popularidad también llegan los desafíos. Varios países de la región ya avanzan en marcos regulatorios para proteger a la infancia digital. México, Perú, Chile, Colombia, Argentina y Panamá debaten normativas que van desde la transparencia en contenidos patrocinados hasta restricciones al uso de redes por menores.
En ese contexto, el rol de las momfluencers se redefine: de compartir la vida familiar a asumir una posición ética frente a la exposición infantil. Son ellas quienes ahora marcan la pauta sobre qué mostrar, cómo hacerlo y bajo qué responsabilidad.
Lo que está claro es que este movimiento llegó para quedarse. Las momfluencers ya no solo son creadoras de contenido: son estrategas de marca, constructoras de comunidad y protagonistas de una nueva economía emocional, donde la maternidad se narra desde el yo, pero impacta al nosotros.
Agencias - Latinoamérica
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