LatinSpots se une a la CAA en la despedida a Alicia Magdalena

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Con profunda tristeza, lamentamos conocer la noticia del fallecimiento de Alicia Magdalena. Durante 24 años, Alicia se desempeñó como Directora Ejecutiva de la CAA, un rol que abrazó con inmenso compromiso y vocación. Para honrar su memoria de la manera más íntima y sensible, y para recordar el profundo lazo que la unía a la CAA —una institución central en su vida— compartimos a continuación una semblanza escrita por su hija, una reconocida escritora y poeta publicada en el sitio de la Cámara Argentina de Anunciantes.

¿Cómo escribir una semblanza de mi propia madre? Quizás lo que me anima a encarar semejante tarea es un recurso –un amor– que ella misma me transmitió: la posibilidad de la escritura.

Mi madre golpeó las puertas de la Cámara Argentina de Anunciantes en el año 2001: llevaba una hija bajo el brazo (Lila, mi hermana mayor) y la determinación de sacar adelante un hogar que había sido vapuleado desde varios frentes. Imagino, quizás un poco fantasiosamente pero también basándome en hechos reales, que se presentó con una oferta que no pudieron rechazar, como una especie de madrina calabresa de la retórica y el convencimiento (físicamente era la Baumgaestner de Alemania, pero en su personalidad era pura sangre italiana del sur). La oferta consistía en un plan de acción para devolverle a la Cámara el prestigio y el honor de antaño, y la condición era que la hija que traía bajo el brazo trabajara codo a codo junto a ella para lograr ese objetivo. Y así fue desde entonces: reeditó la Revista Buenos Anuncios, impulsó la implementación de los Premios Buenos Anuncios y del Día del Anunciante, organizó jornadas de capacitación abordando temas de vanguardia, incorporó la figura de asociado adherente, y tanto más.

Alicia tuvo mil vidas, y algunas en simultáneo. Se podría decir, como se dice ahora, que era una persona multitasking, porque abarcaba diversas labores como un pulpo eficiente y efectivo. Pero yo prefiero nombrarlo de otro modo, porque sé que había en ella una fuerza vital que iba más allá de la capacidad de ejecutar tareas mecánicamente. Todo lo que hacía, lo hacía con pasión. Ese era su núcleo inquebrantable, que se conjugaba con la necesidad de inventar e inventarse a sí misma una y otra vez por las circunstancias que se le iban presentando.

Le hubiera gustado que, de todo lo que incluye su recorrido de mil vidas, mencione en primer lugar su paso por la enseñanza. Alicia fue maestra de niñas y adolescentes, y había podido dejarles su huella gracias a su transmisión –aun siendo jovencísima. Lo contaba con orgullo y sin falsa modestia, como corresponde. Y así lo cuento yo también. Otro de los mundos que habitó con empeño y de forma sostenida durante muchos años, fue el periodismo. Inventó un suplemento para la mujer en el diario La Razón, llamado “Para usted lo mejor”, en el que sí, se escribía sobre moda, cocina y espectáculos, pero también sobre ciencia, educación sexual y cultura. Tuvo su paso por el modelaje, y lo que conservó del glamour de las pasarelas y la alta costura fue la elegancia –podía advenir el mismísimo apocalipsis y ella se iba a preocupar por tener los labios pintados y las uñas prolijas. Luego se trasladó al mundo televisivo y condujo dos programas, con la misma búsqueda heterogénea y variada que caracterizaba al suplemento: se dirigía a las mujeres tradicionales y a las modernas, quizás porque ella misma era una mezcla fabulosa de ambas. Uno de los programas fue nominado al Martín Fierro y estaba muy orgullosa de haber podido entrevistar a personas importantes de diferentes ámbitos.

Cualquier semblanza es incompleta y sesgada, porque ¿Cómo abordar toda una vida? A mí, como hija, me gustaría contarles que a los quince años me escribió una carta cuyos efectos fundamentales en mí recién hace poco pude comprender, o que le gustaba mucho el chocolate amargo, pero para ustedes quizás sean detalles irrelevantes, y ella misma reprobaría que me sumerja en territorios tan íntimos en este contexto. Pero incluso si me atuviera a lo estrictamente correcto y formal, no habría objetividad suficiente para rememorar las complejidades y riquezas de su existencia.

Entonces, aun asumiendo esa pérdida inevitable, todo lo que queda por fuera de este escrito, va este intento de recordarla y homenajearla. Que cada lector elija ese elemento de Alicia que la hacía única e irrepetible y por el que sentirá su falta irreemplazable.

María Magdalena

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