"Nuestro trabajo pretende dar prioridad a la personalidad, la identidad y la individualidad del sonido. Nos entregamos a este movimiento, aun teniendo clara la onerosidad que implica. Y para ello, evitamos los preajustes prefabricados, siguiendo un camino orgánico, ya que buscamos construir el sonido a medida que escuchamos y sentimos los poemas. Al final, nos damos cuenta de hasta qué punto merece la pena tratarlos con la debida singularidad, ya que podemos sentir cómo el audio se enriquece y se hace más fiel a la narración", explica Will Bone.
"La infancia es el lugar de los primeros encuentros. Es allí donde experimentamos nuestros sentimientos sin tantos escudos y, por tanto, vivimos el dolor, la frustración y la alegría con una intensidad diferente. Cuando Pingado decidió hacer el libro en este formato, sabía que un tema impactante ayudaría a la gente a sumergirse aún más en la introspección que tiene la poesía. Después, invitamos a Carol, que aportó su talento, interpretación y voz, reforzando esta idea de subjetividad de los versos", añade Lucas.
"Para Pingado, un audiolibro tiene todo el sentido, porque cumple con nuestro propósito de inclusión - de esta manera, las personas con visión limitada o deficiencia visual total pueden tener acceso, en los canales de streaming de la productora y también a través de la asociación con la Fundación Dorina Nowill para ciegos. Y pensando en ella, en los poemas y en la autora también, tuvimos especial cuidado en la producción de audio para que pudiera alcanzar todo el sentimiento que estos poemas exigen y pudiera acompañar la melodiosa voz de la hablante Carol", dice Luciana Novelli, socia de Pingado Áudio.
* Podés escuchar el audio con los poemas aquí.