Desde el lunes 19 de abril, Martucci Creative Outsourcing mudó sus oficinas y ahora se encuentra en la antigua fábrica de jabones Dubarry (Anchorena 1775, Capital Federal), un espacio acorde con las necesidades laborales y personales de su creador, Esteban Martucci. Pero esta no es la única novedad de "la fábrica" -como le gusta llamar a Martucci a su empresa-, ya que además ganaron recientemente las cuentas de Infobae y Flehner Films. ¿Cuándo se mudaron y por qué? El año que pasó fue muy movido para nosotros. Además fue el año en el cual me hice cargo, durante 8 meses, del último tramo de Bates. Ahora que terminó lo de Bates, llegó el momento de crecer para mi marca. Buscamos un lugar más grande y más cómodo que el que teníamos y encontramos una fábrica. Es la fábrica Dubarry de jabones. Y de causalidad, también encontré el nombre que desde hacía mucho le estaba buscando a mi propio proyecto. Vamos a seguir siendo Martucci Creative Outsourcing pero domésticamente nos viene bien decirle la fábrica porque no consideramos que sea una agencia ni un estudio sino que somos una empresa de creativos, donde fabricamos proyectos. Justamente uno de sus últimos trabajos fue el que hicieron para la empresa de servicios finacieros Zurich, que fue muy comentada. Fue una campaña bastante rupturista en su categoría. Y ahora empezamos el año, en el lugar nuevo con dos nuevas cuentas. Una es el grupo Infobae. Tenemos el sitio, el diario y un lanzamiento que están por hacer ahora: Infobae Profesional. La otra cuenta es Flehner Films. Edi está creciendo nuevamente y está teniendo nuevos proyectos. Tiene nuevas incorporaciones y muchos proyectos internacionales. Y nos convocaron para diseñar la imagen integral. Ya lanzamos un concepto interesante para lo que es servicio de producción, ya que ellos son los que más experiencia tienen en el mercado. Creamos el concepto de “Argentina, paraíso fílmico”. ¿Qué me podés decir de tu paso por Bates? Fue interesante. Fue mi primer cargo de presidente en una multinacional. Yo lo acepté por eso, por el training que implicaba. Yo déjé las agencias en el cargo de director general creativo y nunca había llegado a la presidencia. Así que acepté el desafío como entrenamiento para el futuro. Fueron ocho meses y el balance es netamente positivo. Para mí tiene una continuidad en el hoy porque tengo cuentas que vienen de Bates. Zurich es herencia de Bates. ¿Hace cuánto está en el mercado Martucci Creative Outsourcing? Empecé como independiente hace 8 años con el concepto de creative outsourcing. Durante los primeros cuatro años nuestro servicio fue exclusivo para agencias. En el año 97 hicimos un trabajo para Yerba Mate Taraguí, el cual ganó un Martín Fierro ese año. De ahí llevé mi proyecto a Soares Gache y fue mi último paso por una agencia. De Soares Gache me fui en el 98 y en el 99 llegó UOL. Y esa cuenta le hizo cambiar el sentido al estudio. Yo no aceptaba clientes directos para no ser competencia de las agencias pero el proyecto de UOL ameritó el cambio porque gané UOL para toda Latinoamérica. Fue el lanzamiento para 7 países. Martucci Creative Outsourcing tal como está hoy, data entonces del año 99/2000. ¿En qué puntos coincide la filosofía de Martucci Creative Outsourcing con el nuevo espacio donde se mudaron?. Yo estaba buscando desde hace mucho tiempo estimular el trabajo de los creativos y mi propio trabajo. Se trabaja cada vez más y en condiciones menos placenteras. La devaluación hizo que además los creativos y publicitarios perdiéramos el estímulo de viajar y recorrer. Ahora se viaja mucho menos. Yo siento que nuestro lugar de trabajo tiene que ofrecernos lo que se ha perdido de alguna manera. Tengo pensado ofrecer la fábrica como un lugar para actividades after hour. En principio, estoy planificando un taller de pintura, que va a ser un día a la semana. Pero también quiero hacer un taller de canto y demás actividades que nos estimulen la creatividad desde distintos lugares. Es un lugar que quiero aprovechar más allá de lo netamente laboral. Quiero explorar terrenos más allá de la creatividad, pero no como negocio, sino como un método de estímulo para nuestro propio trabajo.