Será porque ya estoy un poco grande y me siento algo cansado, yo quisiera pedirte algo.
No te rindas, no lo sueltes, que no te arrebaten la ilusión de la publicidad. Es nuestro hogar.
Para los que tenemos algún talento, pero no sabemos qué hacer con él. El refugio de lo casi.
Casi un escritor, casi un pintor, casi un filósofo, casi un músico, casi... Qué será de nosotros si la publicidad sigue encogiéndose...
Me dediqué a ella porque contenía todo lo que yo amaba.
El cine, la literatura, la poesía, el arte...cualquiera sea su forma de expresión.
Sé que a vos te pasa lo mismo.
Pero la industria casi nos está dando la espalda.
Se ha puesto peligrosamente de costado.
Y de costado las cosas te resbalen.
Y a vos, como a mí, nos gustan las cosas que nos pegan en el pecho.
La publicidad me pega en el medio del pecho, aún hoy, que ya han pasado más de cuarenta años.
Sabés qué... vale la pena.
Nada te hará más feliz.
Si sentís que te gusta de todo, aunque no seas genial para nada, esto es lo tuyo. Te llenará de ilusión, en Lola habíamos hecho una bandera con eso, una bandera real, no metafórica, que ondeaba en el balcón de nuestro edificio.
Vamos a contagiar. Que haya nuevas generaciones que crean que está bueno dedicarse a lo que nos dedicamos.
Ya sé que no curamos el cáncer, pero aunque sea podemos ayudar a que nadie se olvide de hacerse una mamografía.
O una colonoscopía, si ya cumpliste 50 años.
Que no damos de comer, pero podemos colaborar para que más gente se dé cuenta, en muchos menos tiempo, que hay gente que se muere de hambre.
Y que, por sobre todo, somos indispensables para que una fábrica trabaje a tres turnos.
Y eso es un montón de trabajo.
Hay tanta gente en el mundo que necesita trabajo.
Nosotros somos los profetas del trabajo.
Somos la levadura de lo que pasa desapercibido.
No vengan a decirme ahora que ya no somos necesarios.
Que los números no les ganen a las letras...
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