En el comercial, los jugadores de fútbol entran a un boliche con el objetivo de conseguir una lata de Pepsi, comienzan a correr y a hacer jueguitos con la pelota, transformando al lugar en su campo de juego. El ganador resulta ser el argentino Messi, quien llega primero a la máquina expendedora y puede disfrutar de la esperada bebida. De esta manera, Pepsi regresa y muestra nuevamente la esencia de marca, fusionando la música y el deporte en su nueva publicidad.