Lo que más me inspira y motiva día a día para desarrollarme en mi posición profesional es acompañar, a través de los medios de comunicación y redes sociales, lo que mueve a la gente. Sea la cultura popular, los movimientos sociales, el arte en su sentido más sencillo o más sofisticado, los hallazgos científicos y debates existenciales – si de alguna manera veo a la gente enganchándose espontánea y orgánicamente con determinado contenido, lo voy a mirar con atención, porqué algo hay ahí para aprender e incorporar en nuestro reto de ayudar a las marcas a jugar un rol significativo en la vida de las personas.

Quizás eso tenga que ver un poco con mi formación en periodismo, donde uno tiene que tener y sostener una mirada muy crítica hacia el mundo, pero sin detenerse en sus tesis y prejuicios, tratando de entender y buscar traducir el mundo de manera que sea relevante y tenga sentido para la gente.

Por eso, mismo cuando hay en nuestros días tanto pesimismo desencanto con la política partidaria, la corrupción gubernamental, los rumbos de la geopolítica, la violencia urbana, la fragmentación de la familia, la lucha de la ecología frente al capitalismo etc…yo creo que, desde el punto de vista femenino, nunca hubo mejor época para vivir.

Nunca antes fuimos tan conscientes de la naturalización de actitudes socioculturales inaceptables y capaces de exprimirnos críticamente frente a eso. Nunca antes un símbolo tan sencillo como lo de un hashtag fue capaz de agregar mujeres y hombres alrededor de debates que, efectivamente, pueden aportar más autoestima y voz a las minorías – aún que me parezca todavía muy irónico que llamemos de minoría, entre otros, el género que estadísticamente es la mayoría en el mundo.

Nunca antes comprendí que el feminismo no es la réplica inversa del machismo y su visión distorsionada de la dominación de un género sobre el otro; sino la promoción de la equivalencia entre los géneros y la promoción de los valores femeninos hacia todos.

Nunca antes se buscó tanto incorporar puntos de vista diversos de la ideología hegemónica del hombre caucasiano, heterosexual de clase media; no porqué esa no es una mirada válida, sino porqué ella no abarca la complexidad de la vida.

Es por eso que, como mujer y profesional de comunicación, nunca antes me sentí tan motivada a participar e interactuar en nuestra industria, para que, desde mi pequeña contribución individual, colectivamente logremos en el futuro volver obsoleta la celebración del Día Internacional de la Mujer.