Este invento utiliza tecnología de microfluidos que analiza una pequeña muestra de sangre para detectar células cancerígenas circulantes a través de microcanales y campos magnéticos. Una vez atrapadas las células en el chip, se puede cuantificar el avance del cáncer y este resultado es equivalente a las imágenes que brindan las tomografías del avance del cáncer. Pero la diferencia entre ambas tecnologías está en su costo y portabilidad , pues un chip tiene un costo de producción de 4 dólares, mientras que un tomógrafo cuesta millones de dólares. Estos beneficios lo convierten en una herramienta clave para comunidades alejadas o con acceso limitado a diagnósticos oncológicos avanzados.
La campaña creada por Nodos se distancia del lenguaje comercial tradicional para construir un relato documental y humano. En ella, se entrelazan testimonios de pacientes, datos duros sobre el acceso desigual a los tomógrafos en el país, y la voz de los propios investigadores que lideran el proyecto.
Javier Graña DGC de Nodos nos cuenta “El chip de la esperanza no es solo una pieza de innovación científica, es una declaración de principios de la marca”. La campaña, más allá de su alcance comunicacional, representa un nuevo modelo de cómo una universidad puede conectar la investigación con la sociedad. Bajo el lema "Reinventa el mundo", UTEC propone no solo imaginar un futuro diferente, sino construirlo desde la ciencia, con creatividad y propósito.
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