La idea de este libro nació en Joaquín de forma espontánea, sin mayor meditación y en medio de la inquietud respecto de que estarían sintiendo y pensando las personas que fueron directamente afectadas y cómo podrían traducirse sus emociones en los más diversos mensajes.
Lo que notó Joaquín fue que sin comunicación posible, se comenzó a rayar muros, puertas, techos, ventanas y otros espacios que se convirtieron en el único medio eficaz para manifestar todo tipo de recados, sentimientos y preocupaciones.
Fue a partir de eso que estaba observando que contactó al fotógrafo Esteban Figueroa para que recorriera 10 días la séptima y octava región en búsqueda de imágenes.
Las imágenes que ilustran el libro son mensajes que probablemente afloraron de forma espontánea, fruto del temor la incertidumbre, la impotencia y muchas veces la rabia, sin mucha claridad contra que ni quién, dejando en manifiesto los sentimientos de mucha gente.
La gran mayoría de los muros fotografiados han sido demolidos por lo que estas imágenes se han convertido en un registro único de los mensajes y a su vez, el libro, en el medio de difusión para estos.