En puertas de conocer un año más a los premiados de los ASPID en 2025, volvía a pensar en lo importante que es la creatividad en nuestro trabajo.
Parece que todo lo relacionado con la salud debiera ser frío, distante, basado solo en lo científico, en la frialdad de los datos de efectividad o de los efectos secundarios. Pero creo que todo el que trabaja en salud es consciente de que lo que hay detrás de los datos son personas, pacientes y familiares, que necesitan una respuesta a sus necesidades.
Trabajar en salud es trabajar en empatía. Es entender la situación del paciente, ayudarle a comprender su enfermedad, a mejorar su calidad de vida o a acceder a una cura. Es entender la situación de su entorno, de su familia, y el impacto en la sociedad, porque la enfermedad tiene un importante impacto socioeconómico (pensemos en la pandemia). Y es entender a los profesionales sanitarios, que necesitan nuevas y mejores herramientas para seguir dando respuesta a las necesidades de los pacientes.
Todo lo que tiene que ver con la salud es profundamente humano. La enfermedad es parte de la vida y, aunque puede resultar dolorosa, limitante o aterradora, también es un momento de empatía y cuidado. De dejarnos cuidar o de cuidar a otros, no solo en nuestro entorno, sino en el conjunto de la sociedad. Porque si no, no estaríamos siendo humanos.
Pero, ¿cómo trasladamos esa necesidad de un paciente o de un profesional o de la sociedad? ¿Cómo podemos ayudar a la sociedad en su conjunto a trabajar esta empatía?
Como en todo, no hay una única solución, pero estoy convencida de que desde el ámbito de la comunicación se puede hacer mucho y que, desde la comunicación creativa, se puede generar un impulso diferenciador.
Por supuesto, debemos ser fieles a la evidencia científica y velar por la salud pública y la educación sanitaria, pero sin olvidarnos de la parte humana de nuestro trabajo y del impacto que puede tener en la vida de tantas personas.
Trabajar en un sector tan regulado como la salud puede percibirse como una limitación, dada la estricta normativa existente en Europa, pero este contexto tan restrictivo nos reta a buscar nuevos caminos para hacer mejor nuestro trabajo, y ahí la creatividad juega un papel fundamental.
En Ogilvy, definimos nuestra creatividad como “creatividad sin fronteras”. La creatividad forma parte de nuestra esencia y se nutre de las aportaciones de todo tipo de perfiles. Por ejemplo, la tecnología se puede convertir en un aliado esencial, como lo fue en la campaña “Mi voz, mi voto” que desarrollamos para la Asociación Española de Esclerosis Lateral Amiotrófica (adELA), y que el año pasado recibió el reconocimiento del Aspid de Platino a la mejor campaña entre todas las premiadas en todas las categorías.
Las personas que padecen ELA pueden perder por completo la capacidad del habla a causa de la enfermedad, pero, gracias a la IA, pudimos devolverles la voz para reclamar la aprobación de la Ley ELA. En “Mi voz, mi voto” un paciente con ELA toma prestada la voz de Pedro Sánchez, de Alberto Núñez Feijoo, de Yolanda Díaz y de Santiago Abascal para pedir una ley que vele por su vida. Hoy celebramos que existe una Ley ELA y que esta campaña contribuyó a visibilizar la realidad de los pacientes con ELA y sus familias.
Más allá de grandes campañas, en Ogilvy, la creatividad es transversal, la incluimos en todo lo que hacemos. En salud es una herramienta fundamental, que nos ayuda a dar una mejor respuesta a las necesidades de comunicación en salud fomentando la empatía.
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