Con un lenguaje cinematográfico, los comerciales contaron con la producción de Vetor Zero y muestran hasta donde el deseo de venganza de una mujer puede llegar. En el primero de ellos, un hombre está enfermo, en la cama de un hospital viendo un partido de fútbol. Una mujer entra y le inyecta una sustancia sospechosa en su vena. Pero la verdadera venganza está por venir: ella sintoniza un programa de cocina y juega con el control remoto.

En el segundo spot la mujer llega en auto con un acompañante dormido profundamente a su lado y lo deja ahí para que se asfixie con los humos del escape. Pero lo más cruel es cuando la mujer sale del auto y se lo raya de punta a punta con una hebilla de pelo.