Mi profesión me inspira y sé qué eso es tener mucha suerte, ya que no muchas personas pueden decir que viven de algo que les hace sentir vivos.
Me inspira mucho escuchar buenas ideas y que mi trabajo consista en hacerlas más grandes. Me inspira trabajar con gente con talento que sabe escuchar, opinar y recibir opiniones. Me inspira la gente que dice “¿y sí?” y no me inspira nada la gente que dice “no pero”. Me inspira la gente amplia de miras y sin miedos.
Por eso, me inspira viajar, porque me ayuda a ampliar mi perspectiva y a pensar con más claridad. Por eso, me inspiran escritores como J.M Coetzee o Jayce Carol Oaetes porque mientras les leo descubro una visión del mundo mucho más amplia y sofisticada que la mía. Pero también me inspira ver publicidad, sí es buena, que hay mucha que es lo es. Sigo muy de cerca el trabajo de Forsman &Bodenfors y el de Colenso BBDO, el primero porque me parece un ejemplo brutal de oficio, ideas de mucho nivel contadas con un ritmo y una intensidad perfectas. Y los segundos por su capacidad de inventar y convertir sus inventos en realidad.
En definitiva, creo que me inspiran cosas muy parecidas a las que inspiran a cualquier creativo, sea hombre o mujer. Y así, llegamos al tema de la mujer y a todos los movimientos que han surgido en los últimos años. Mi opinión sobre ellos es que eran muy necesarios. Sólo hay que mirar las cifras, una carrera con un 59% de mujeres dónde en el 2015 sólo el 3% de los directores creativos del mundo eran mujeres. Un número que en dos años, y después de décadas sin moverse, ha crecido hasta el 11% demostrando que los movimientos que tanta controversia generan eran la única vía para generar un cambio. Muy triste que esto sea así que en el 2017 estemos hablando aún de este tema y que siendo como somos, la mitad de la población, todavía se defina a la mujer como una minoría.