Un héroe de historieta y un dueño de empresa comparten más de lo que parece: ambos deben tomar decisiones clave cuando todo cambia. La diferencia está en quién se prepara antes de que caiga la nieve.
Ver la nueva serie de El Eternauta me disparó una reflexión inesperada sobre liderazgo, incertidumbre y futuro. Mientras veía cómo sus personajes enfrentaban lo impensado, no pude evitar notar los paralelismos con el mundo empresarial y la necesidad de planificar.
Para quienes no la vieron (o leyeron la obra de Oesterheld), El Eternauta es mucho más que una historia de ciencia ficción: es una metáfora sobre cómo enfrentar lo inesperado, cómo prepararse frente a la incertidumbre y cómo el liderazgo se pone a prueba cuando todo cambia.
En la historia, el protagonista, Juan Salvo, y su grupo de amigos se ven forzados a tomar decisiones críticas para sobrevivir en un mundo súbitamente hostil. No estaban preparados para lo que venía. Pero el peor error no fue no tener una solución, sino no haber pensado previamente en escenarios posibles.
Eso, exactamente, es lo que le sucede a muchos dueños de empresas.
Como Certified ExitPlanning Advisor (CEPA), me toca acompañarlos en sus procesos de transición —y muchas veces, de salida—, y veo a diario cómo la falta de preparación puede convertir una oportunidad en una crisis.
El "nieve mortal" del dueño de empresa. En la serie, la nieve que cae en Buenos Aires es letal. No se ve venir. Aísla. Cambia las reglas de juego. Si te toca cuando está cayendo “te mata”, es súper tóxica.
En el mundo de los negocios y las empresas, esa nieve puede ser un “cisne negro” en la economía que produzca un distrés del negocio, o una incapacidad repentina en uno de los socios fundadores y ejes de todo lo que se hace, un cambio familiar que nos afecta como dueños, un socio que quiere irse, o una oferta de compra inesperada, solo para mencionar algunos ejemplos. Lo importante no es adivinar cuando va a caer la nieve, sino estar preparado para actuar cuando caiga.
La trampa del "día a día". Juan Salvo era un tipo común, pero con instinto de liderazgo. No era un héroe preparado para la guerra, pero entendió que tenía que asumir un rol para cuidar a los suyos. Muchos dueños de empresa están demasiado enfocados en lo operativo. Postergan decisiones sobre el futuro. No tienen claros sus objetivos no los escriben. No evalúan su empresa. No saben cuánto puede vale su empresa y porque, no piensan en sus procesos de transición.
Cuando todo eso pasa, el peligro no es solo que la empresa pierda valor. El verdadero riesgo es quedar atrapado sin opciones, sin sucesión, sin claridad sobre qué hacer cuando algo obliga a moverse y tomar decisiones (debiéramos tener alternativas disponibles).
Prepararse no es debilidad, es visión. En El Eternauta, el grupo se organiza, crea reglas, asigna funciones, define prioridades. Lo hace tarde, pero lo hace.
En ExitPlanning pasa lo mismo: cuando los dueños comienzan a documentar sus objetivos, entender cuánto vale su empresa, revisar contingencias legales, fiscales, societarias y operativas, conocer el valor de sus empresas y hacer los proyectos para que “valgan más”, crear equipos de trabajo, fortalecer la cultura, tener empresas transferibles, y así comenzar a construir un plan, empezando por “hoy” haciendo que nuestras empresas valgan más, sean valiosas. No garantiza un futuro perfecto, pero aumenta las chances de que ese futuro no nos encuentre tan vulnerables.
La paradoja del héroe. Salvo sobrevive, pero queda atrapado en una paradoja temporal: condenado a vagar por distintas líneas de tiempo intentando evitar un destino que ya ocurrió. Muchos dueños de empresa repiten patrones parecidos: vuelven una y otra vez a los mismos errores, no delegan, no profesionalizan, no se preguntan qué quieren para “después”. Procrastinan. Dicen: “cuando lo necesite, lo haré”. “En cinco años”. Pero la vida no espera.
Mi consejo: empezar lo antes posible. Cuanto antes iniciemos el proceso, más atractivas y valiosas serán nuestras empresas. Podemos prepararlas para que sean transferibles, y trabajar desde hoy en tener alternativas reales. Así, cuando llegue el momento, seremos nosotros quienes tomemos la decisión.
Porque la decisión es nuestra, como dueños de nuestras empresas. ¿No es inteligente anticiparse para tener más libertad y opciones?
Planificar la salida no es retirarse. De hecho, para mí, el concepto de “retiro” no debería existir. Se trata de asumir el control de nuestro destino, diseñar la transición que queremos y construir un legado que siga vivo, incluso si ya estamos enfocados en otro proyecto. Uno de los mayores riesgos es postergar tanto que, al final, alguien más termine decidiendo por nosotros.
Como el Eternauta, muchos empresarios resisten, pero pocos se preparan. Y como dice la serie, el verdadero viaje no es en el tiempo ni en el espacio, sino hacia adentro. Hacia entender quiénes somos y qué queremos construir como legado.
¿Querés empezar a pensar tu historia de transición antes de que caiga la nieve? El Eternauta sobrevivió improvisando. Vos podés hacerlo planificando.