¿Por qué una persona elige un cuadro original de Picasso valuado en más de cien millones de dólares por sobre una copia generada con inteligencia artificial con costo cero? ¿De qué depende que logremos identificarnos con una canción despechada creada por Shakira y no genere la misma sensación una versión similar hecha con ChatGPT? ¿Por qué el ser humano es capaz de crear disrupciones y la AI no? ¿Realmente la AI no lo es? ¿Por cuánto tiempo?
Estos fueron algunos de los interrogantes planteados por la experta en inteligencia artificial, cofundadora y Managing partner de Rivet Venture, Rebeca Hwang, invitada por Urban Grupo de Comunicación como parte de su propuesta Diálogos Urban.
Con un enfoque centrado en el ser humano, la conferencia “Made by human: cómo construir confianza en la era de la AI”, se basó en cómo está cambiando la cultura, las marcas, la comunicación y la interacción con los clientes a partir de la presencia de un factor disruptor como la AI en todos los mercados.
“Es la primera vez que tenemos una tecnología que se parece al ser humano, e incluso hasta puede superarlo en muchos aspectos”, dijo Hwang. Y explicó que una curiosidad que sucede con la AI es que los países en desarrollo están en la cima del ranking de penetración, liderando su adopción.
“¿Por qué ocurre esto? -planteó la experta-. Tenemos algunas hipótesis. Se trata de una tecnología que permite la creación de eficiencias en productividad. Y para muchos países que terciarizan procesos automatizables, como India o Argentina, incorporar un copiloto como ChatGPT tiene mucho sentido, porque le puede multiplicar su capacidad de un día para otro”.
Asimismo, Hwang sostuvo que la razón por la cual esta difusión es muy diferente a las anteriores tiene que ver con que, por primera vez, se logró una interacción con la máquina que es casi comparable a la que se puede tener con un ser humano.
“Hoy podemos hablar con la computadora como si fuera un amigo; eso hace que se democratice el acceso a la computación. Lo cambió todo”, expresó. Y ejemplifica con cómo cambió su rol como docente en Stanford. “Antes yo estaba ahí para compartir información que no estaba accesible universalmente. Ahora todos tienen acceso a toda la información del mundo, compilada y estructurada de una manera muy comprensible. Entonces, ¿cuál es mi rol? Porque la transferencia de conocimiento está obsoleta. Nosotros, como storytellers, vamos a tener otra función”, sentenció.
El problema de la direccionalidad de la tecnología
“En este momento, estamos dejando que la AI vea el mundo y diga qué quiere hacer… Debería ser al revés. Nosotros, los humanos, tenemos que decirle a ChatGPT qué hacer”, dijo Hwang.
La speaker invitó a la audiencia a hacer un pequeño ejercicio: pensar durante treinta segundos cuáles son las labores diarias y qué porcentaje del trabajo que hacen le pedirían a la AI que lo hagan por ellos para poder disfrutar otras cosas. Cuál sería ese porcentaje de tareas que estarían felices de no hacer. “Cuando pensamos en productividad, o en aquello que querríamos que haga la IA, suele haber consenso en el porcentaje, el de aquí es de un 35 o 40 por ciento. Suelo encontrarme con un 40 por ciento o poco más”, comentó.
Esto, desde ya, tiene sus consecuencias. “En Silicon Valley se ve esta esquizofrenia: recesión, despidos, gente que ya no tiene el trabajo que solía tener antes. Hay un cambio de paradigma sobre qué estudiar. Mientras que también vemos muchísimo capital que está creando un flujo de inversión al mundo de la AI. Para fines de año se calcula 97.9 billones de dólares destinados, eso significa que la mitad de todo el venture capital de Estados Unidos está en manos de la AI. Con lo cual, lejos de haber una desaceleración, su velocidad solamente va a aumentar. Imagínense un mundo en el que toda la interacción con sus clientes va a suceder a través de un bot, cambia la dinámica de la interacción y la confianza entre la marca y el cliente de manera radical”, aventuró.
100.000 vs 1 y los avances de Sora
“Estamos entrando en una era en que la diferencia de costo entre quien usa AI y quien no puede ser de cien mil a uno -dijo Hwang-. ¿Saben por qué Open AI está creando Sora? Porque eso va a permitir entrenar a la IA con video. Hoy es con texto. Si la IA se entrena con video, prácticamente va a saberlo todo. Es algo aterrorizante”, confesó.
Apropósito de esto, la experta trajo a colación los cinco steps de OpenAi:
1-Chatbots: la AI con lenguaje conversacional
2-Reasoners: la capacidad de resolver problemas humanos
3-Agents: sistema que puede tomar acción
4-Innovators: AI que puede ayudar a inventar
5-Organizations: AI que puede hacer el trabajo de una organización.
“Hoy ChatGPT está al nivel 3. La pregunta es qué va a pasar con el futuro, con esta tecnología dominando gran parte de nuestras vidas. Pero tengo buenas noticias, cuando hablamos de innovación realmente original, la IA no es superior al ser humano”, dijo Hwang.Generar confianza a partir de experiencias compartidas
En diálogo con Gabriela Korovsky, CEO de Urban Grupo de Comunicación, se centraron en cómo afecta esta nueva interacción generada por la AI a la confianza. “Siempre se hizo hincapié en que nuestra capacidad de lenguaje era lo que diferenciaba al ser humano del resto de las especies, pero ahora la AI está interviniendo justo ahí. En este sentido, es interesante entender cómo la confianza, que es aquello que nos permite construir un vínculo, comienza a redefinirse”, comenzó diciendo Korovsky. En este marco, qué es aquello esencialmente humano, donde el made by human hace una real diferencia: “Hablamos de la virtualidad versus la presencialidad. La experiencia de las células, lo que duele en el cuerpo, versus lo que ocurre en términos de la imaginación o el lenguaje. ¿Cómo distinguimos lo creado por humanos de lo que hace hoy la IA?”.
La experta explicó que, si bien la AI es buena para el brainstorming porque crea muchas versiones, si uno busca un José Saramago, que un día se levante con ganas de escribir un libro de cuatrocientas páginas sin puntuación (como fue el caso de La Ceguera), con la AI no puede lograrse, porque se desvía de las convenciones. “La AI hoy está construyendo por sobre las convenciones existentes. Lo mismo ocurre con Van Gogh. ¿Cómo sucede eso? ¿Por qué los humanos creamos desviaciones y las IA no? Porque los seres humanos podemos cambiar valores, convencer a nuestros pares, cambiar convenciones. Y eso es lo que no puede hacer la IA”, agregó.
Entonces, por un lado, encontramos la data, los conocimientos, los hechos, que ahora es propiedad de la máquina porque hace mejor los cómputos, porque tiene mejor memoria y puede predecir patrones de manera más precisa. Pero, las experiencias compartidas siguen siendo muy humanas y escapan al alcance de la máquina.
Dijo Hwang: “En el futuro de las marcas, de la comunicación, lo que se va a enfatizar es justamente eso: cómo creamos el contacto real, cómo podemos sentir que estamos conectando con el otro, por espejarnos de una manera simultánea que no podemos con una inteligencia artificial”.
“¿Qué tienen, entonces, Saramago, Picasso o Van Gogh en común? Hay un montón de sitios que permiten crear un Picasso con costo cero. Pero el día en que la valoración que le enseñemos a nuestros hijos es que ambos valen lo mismo, se acabaron los Picasso. Ahí está la intervención del comunicador. Crear una explícita intención de que aquello made by human vale más”, argumentó.
Sin embargo, advirtió: “Hoy creo que tenemos esa ventaja, pero será solamente por un tiempo. Porque cuando lleguemos a la etapa 5, la AI generativa va a poder aprender también cómo generar esos algoritmos de errores. Así que aprovechemos ahora porque es una cuestión de tiempo”.
Volviendo al lema que dio título a la charla: ¿qué lugar ocupa la confianza en esta nueva forma de interacción que propone la AI?
Al respecto, Hwang consideró: “El creador del metaverso Second Life hizo muchos experimentos sobre cómo la gente crea confianza en mundos virtuales. Él dice que si hay tecnología o no es menos importante que si hay cocreación. La atracción de dos personas -romántica o no- es el espejarse. Cuando alguien me habla y yo empiezo a imitar el tono, el ritmo, es como una danza. Ahí se genera un nivel de confianza, un proceso que con la AI no podemos tener de manera similar, sí tenemos relaciones, pero no lo veo como una conexión real, sino un reemplazo o sustitución de una relación humana que se desea”.
La importancia del storytelling
“Creo que la comunicación de cómo contamos la historia de IA es la intervención mas efectiva que podemos tener en este momento”, aseguró Hwang. “La capacidad de la tecnología es ilimitada, va a poder hacer casi todo lo que hacemos nosotros y mejor. Pero en este momento podemos crear direccionalidad. Hoy, cuando hablamos de AI como algo superior al ser humano, voluntariamente nos estamos poniendo en una posición de víctimas. Pero hay un gran poder en la comunicación, en el sistema de valores que creamos para nuestros hijos, para que compren el original de Picasso a cien millones de dólares y no la copia a cero”.
El progreso de la tecnología está cambiando nuestro comportamiento, incluso antes del auge de la inteligencia artificial. La clave está en utilizar la AI para aquellas cosas que uno no quiere hacer y no perder la capacidad de desarrollar aquello que sí.
“Todos los trabajos van a desaparecer en su definición actual. Habrá que incorporar la AI y se verán nuevas definiciones basadas en esta capacidad aumentada”, consideró. Y, a modo de recomendación, destacó tres palabras que cobran vital importancia en la actualidad: adaptabilidad, versatilidad e improvisación.
Por último, consultada acerca del devenir de la regulación, se mostró escéptica en tanto y en cuanto no hay la suficiente cantidad de gente experta que permita llevarlo a cabo. “Va a tardar mucho tiempo. No está funcionando en este momento, ni a nivel gobierno ni en las compañías. Lo que nos queda es el consumidor. Porque si nos pide más made by human, entonces vamos a desacelerar el made by AI. Ahí está la única esperanza”.
Para finalizar, Korovsky instó a la audiencia a abrazar la responsabilidad de trabajar en pos de una nueva estructura de valores que nos permita seguir construyendo la particularidad que tiene lo “hecho por humanos” para poder seguir generando cada vez más disrupciones creativas.
FOTO: Gabriela Korovsky y Rebeca Hwang.
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