Abordar estos desafíos además de representar una responsabilidad ética, se trata de una estrategia inteligente que contribuye a la resiliencia y sostenibilidad de las empresas a largo plazo. Por ello, es importante que el sector privado se adapte ya que este ajuste y compromiso no solo asegurará su relevancia en el mercado actual, sino que también fortalecerá su competitividad e influencia en un entorno donde la conciencia sobre la importancia de crear valor compartido y sostenido en colaboración con todos los stakeholders, es crucial. Con base en este contexto, LLYC presenta una serie de recomendaciones que ayudarán a las empresas a facilitar la transición a una estructura ESG funcional y
exitosa:
1. Más esfuerzo: Las empresas pueden hacer un mayor esfuerzo para que la sostenibilidad conecte con la ciudadanía y para ello, deben pegarse más a su contexto cotidiano, a lo cercano y a la actualidad.
2. Lenguaje común: Las empresas pueden beneficiarse al utilizar un lenguaje sencillo para aclarar los conceptos técnicos de la sostenibilidad y adoptar marcos consensuados como la Agenda 2030 y el concepto ESG, destacando sus dimensiones ambiental, social y de gobernanza.
3. Legalidad y Reconocimiento: Debe existir un marco legal estable e igual para todas las empresas, pero siempre buscar los valores y el fondo y no quedarse en el cumplimiento formal. Asimismo, la administración pública puede y debe premiar a las empresas más comprometidas.
4. Estandarización: Debería tenderse a una estandarización de métricas a nivel global, transparencia y datos compartidos. Y también impulsar métricas para avanzar hacia la medición del impacto y la recompensa.
5. Alianzas: Un futuro sostenible solo es posible con la involucración de todos y por ello se deben crear cada vez más alianzas de colaboración público-privada-social.
6. Incentivos y sociedad: Las empresas tienen una oportunidad en incorporar incentivos ligados a la ESG, pero siempre desde un enfoque estratégico y centrado en el impacto en los grupos de interés. Además, los campos de mejora en los aspectos sociales son evidentes, ya que los consumidores tienen un mayor interés en productos y servicios con valores medioambientales bien definidos.
7. Suministros: Otro gran desafío para las empresas es trabajar con sus cadenas de suministro para aportar valor real e impulsar la sostenibilidad y los impactos positivos en la ciudadanía.
8. Formación: Debe incluir a los máximos líderes de las empresas ya que su visión y empuje es imprescindible para avanzar en los compromisos ambientales, sociales y de buen gobierno. “A pesar de las dificultades, aplicar de manera efectiva los principios de ESG es tanto un deber ético como una táctica inteligente para aumentar la rentabilidad a largo plazo y el éxito financiero de las organizaciones. Una estrategia adecuada de ESG permite a las empresas volverse más resilientes frente a los riesgos del entorno, ayuda a los directivos y ejecutivos a tomar decisiones más informadas y acertadas, y hace que inversionistas y grupos de interés reconozcan y valoren las acciones de las empresas, contribuyen a su sostenibilidad a largo plazo”, concluye Mauricio Carrandi, Director General LLYC México.
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