En 1969, Laurence Peter, un profesor universitario canadiense, enunció el Principio que lleva su nombre y lo hizo famoso: en una jerarquía, todo empleado tiende a ascender hasta su propio nivel de incompetencia.
Pensemos la carrera profesional como una escalera en la que el buen desempeño en cada uno de los escalones tiene como recompensa el ascenso al escalón superior. Siguiendo esta línea de pensamiento, se entiende que el máximo nivel laboral que cada persona alcanza es el lugar en el que su performance dejó de ser lo suficientemente satisfactoria como para proyectarla a una posición más alta. Y ese es el lugar de su estancamiento, ya que difícilmente en una jerarquía exista la posibilidad de una vuelta atrás.
Es claro que estamos hablando de un modelo ideal que, como todos, admite excepciones y que, para darse en plenitud, requiere de una estructura jerárquica casi perfecta; pero no cabe duda de que, sin mayor esfuerzo y en diversas profesiones, todos podemos encontrar algún ejemplo que nos permita familiarizar la teoría de Peter.
Buen momento para hablar de la dirección creativa vista como el destino ineludible de un creativo destacado: una visión probablemente responsable de más de un fracaso evitable.
La dirección creativa se parece mucho más a un cambio de profesión que al estadío subsiguiente del seniority en el craft de crear.
La asunción de una posición de liderazgo creativo abre un abanico de tareas nuevas y habilidades que la tarea anterior no requirió, y no hay motivo para suponer que la distancia funcional vaya a ser resuelta por la mera portación del cargo.
En el mundo de la capacitación de hoy se usan con frecuencia los términos upskilling y reskilling. El primero hace referencia a la necesidad de actualizar las habilidades de la persona en función a los cambios tecnológicos y operativos de las organizaciones: actualizarnos para no quedar atrás. El segundo, el reskilling, consiste en aprender los contenidos necesarios para realizar una tarea nueva y diferente, lo que muchas veces implica desaprender e inaugurar hojas en blanco, desafiantes y movilizadoras. Eso es lo que requiere el salto a la dirección creativa.
Un líder creativo exitoso está llamado a optimizar la performance de la gente a su cargo ejerciendo una influencia positiva y motivadora, a interactuar colaborativamente con las demás áreas de la agencia y del cliente, y a plantear objetivos con claridad y establecer los mecanismos necesarios para hacerlos cumplir.
Su desempeño, para ser destacado, dependerá del manejo de habilidades relacionadas con la gestión de equipos, la negociación, la comunicación empática, la administración de procesos y la comprensión del negocio, entre muchas otras, sin olvidar los skills específicamente creativos que lo acompañaron desde el inicio de su carrera.
Esta transformación de creativo a director creativo, que implica un reto tanto para la persona como para la empresa que la promueve, cuenta ahora con la posibilidad de ser acompañada por un programa de entrenamiento que viene a cubrir un gap formativo tan importante como el gap funcional que existe entre ambos roles.
El Programa Internacional en Dirección Creativa de M.AD School of Ideas está compuesto por master classes de referentes de la industria, espacios de conceptualización de las vivencias transmitidas y dinámicas de interacción y práctica a través de ejercitaciones provenientes del Coaching Ejecutivo.
Un puente tendido para unir las dos orillas más distantes de una carrera creativa.
Educación - Latinoamérica
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