En el mundo hay un celular por persona y en países semi desarrollados más del 20% tiene un smartphone. La gente se conecta en cualquier momento y el fenómeno de conciencia partida –estar en un lugar o situación y a la vez conectado con otras personas o contenidos- es una realidad. Ese es un espacio crudo en el que las marcas deben trabajar. Para esto hay que usar la tecnología en experiencias que resulten cercanas.

Los anunciantes buscan aumentar el engagement, lograr una experiencia más intensa con su marca e incrementar lo que gana por cada usuario. En tanto el usuario busca una experiencia perdurable, individualizada y participativa. Para lograr este objetivo el cliente debe trabajar con recursos escasos: dinero, tiempo, atención y mm2 –milímetro cuadrado de las personas en el móvil. Para capitalizar la experiencia al máximo, por ejemplo en un evento como un recital, las marcas tienen que generar información pertinente que envía a sus seguidores antes, hacer partícipes de la movida a los usuarios a través de juegos o trivias durante el evento y luego compartir fotos o comentarios por las redes sociales. De esta forma el vínculo con la gente se forma mucho tiempo antes y otro tanto después del evento, lo que permite una experiencia aumentada genuina.