La era del bullshit
Por Sebastián Wilhelm, Socio de Santo Buenos Aires
Lo único permanente es el cambio, dicen, y los que se dieron y se están dando en las comunicaciones durante los últimos años son inmensos y excitantes. Sin embargo, el publicista William Bernbach decía que el comunicador tiene que estar más interesado en lo que permanece, en las emociones que se mantienen constantes durante décadas o siglos, porque están arraigadas en lo más profundo de nuestra humanidad. El creativo publicitario, cuando imagina una campaña, tiene que entender cuáles son esos botones invisibles, relevantes para la marca y el mensaje, que haránreír, llorar, o pensar a su audiencia.
Eso es lo que no cambia. Lo demás es superficial.
Yo no creo que estemos en la era de internet, o del consumidor como rey, o del contenido. Yo creo que estamos en la era del bullshit. Nunca antes, en una industria tan mentirosa como la nuestra, había visto tanto tanta frase vacía dicha como una grande verdad, tanto caso inventado pour la gallerie con el patético objetivo de ganarse un premio. Nunca antes vi tanta fantasía siendo recibida por publicitarios y marketineros como verdades, asintiendo con su cabeza. Inventos como "la publicidad tradicional está muerta", o "social media is king" van cayendo como fichas de domino ante la evidencia de los números.
Y los autoproclamados visionarios cambian su discurso como si nada, adaptando sus elixires mágicos a las circunstancias.La gente no quiere ver publicidad. Ni en televisión, ni en revistas, ni en redes sociales, ni en mobile. Esa es la única verdad que los publicitarios y los anunciantes no debemos olvidar, así eventualmente se invente un streaming directo al cerebro de las personas.
Esa es una verdad que se ha mantenido inalterable desde que se inventó la publicidad. Si recordamos eso lograremos no dejarnos llevar por tendencias y entender que nuestro trabajo es, y siempre ha sido, motivar a la audiencia a notar nuestro trabajo en primer lugar, y en segundo, a reaccionar ante el mensaje.Contar algo que conmueva es nuestra obligación. En el 94, en el 14 y en el 34 también.