Maru Sokolowski, Regional Creative Manager de Conill & Saatchi Latam
Cuando hablamos del rol de la mujer en la publicidad, creo que todo funciona en torno a una cosa que es natural: la agencia es incompatible con el modelo de vida de cualquier madre y la mayoría de las mujeres, no importa de qué profesión, queremos ser madres. Entonces cuando la carrera profesional avanza y la presión aumenta, muchas mujeres exitosas priorizan la familia y abandonan las agencias.
Los que trabajamos en este mercado sabemos que los horarios son difíciles, muchas veces se trabaja los fines de semana y se viaja mucho. De hecho hay meses que son los peores. Esos meses está oficializado que todos vamos a dormir poco: creativos, cuentas, producción, coordinación, CCO, ECD nos vamos a ir muy tarde en pos del mejor trabajo. Si a eso le sumamos que las mujeres tenemos un extra de sensibilidad y ese pensamiento muy de hombre de que nos van a tener que cuidar entre algodones, no llegamos a la mejor ecuación.
Casi todas las mujeres que conozco en el mercado, muchas muy amigas, coinciden en su forma de ser: decididas, organizadas, responsables, tenaces. Muy buenas presentando sus trabajos y sobre todo son incansables luchadoras. Se ve en sus carpetas y en sus carreras. Siempre contra viento y marea, remando contra todo. Cuando hay una mujer en el equipo, ella siempre se destaca, siempre hay un momento en el que brilla.
Que todas seamos incansables luchadoras, a mi me saca una sonrisa.
Una creativa muy amiga me repite una gran verdad “las mujeres tenemos más roles que el resto en la agencia. Somos todas madres, hermanas, amigas, psicólogas”. A eso yo le sumo que cuando necesitan resolver, siempre hay una mujer en el medio: una creativa, una coordinadora o una productora.
Cuando decidís quedarte en este mercado, bancártela como una verdadera reina y hacer que tu vida suceda entre hombres, no hay nada que sea más divertido.
Aprendés cómo trabajar con ellos, cómo funcionan, cómo negociar y cómo sumar para sacar lo mejor de cada uno. Los empezás a querer sabiendo que te ven como un hombre más. Te convertís en uno de ellos.
Trabajé, viajé y participé de proyectos donde fui la única mujer con voz y voto y siempre siempre siempre me sentí respetada y escuchada. No hay diferencia, si nosotras no hacemos la diferencia. Soy una feliz mujer de la publicidad que llegó a la conclusión de que todo depende de nosotras. Por eso, aunque comas pizza, empanadas o el sushi más feo a la 1am sentada en la alfombra de la agencia, sin servilletas y con cubiertos de plástico lavados, por favor, Forever be a Lady.