La final de la Super Bowl, la cita más importante del fútbol americano, que disputaron los New York Giants y New England Patriots, se convirtió en el segundo programa más visto de la historia de los Estados Unidos. El partido reunió a 97,5 millones de telespectadores y solo ha sido superado por un capítulo de la serie MASH de 1983 (105 millones de espectadores). Marketinianamente, el evento también es uno de los gastos más importantes del año para las multinacionales que desean retransmitir spots en las pausas o durante el partdo. Es bien sabido que un anuncio durante la retransmisión del partido supone una inversión millonaria, puesto que 93 millones de espectadores sean impactados por un anuncio vale un dineral. No obstante, la publicidad cada vez ha ido evolucionando hacia medios no convencionales… de modo que ya no sólo es invertir en un spot, sino que la publicidad está en todas partes (des del banner de la web de la superbowl con presencia destacada de Pepsi, hasta la proyecciones virtuales que hacen las televisiones de logotipos en el cesped del estadio, pasando por todos los vasos de refresco, gadgets para animar a los equipos (la típica mano enorme) o los cojines que hay en cada localidad. Este Super Bowl eclipsó el previo récord para una final de la NFL, de 94,08 millones de telespectadores, fijado cuando Dallas Cowboys venció a Pittsburgh Stellers en 1996.