-Ha trabajado mucho por la paz. ¿Qué significa para usted en lo personal y para la agencia el acuerdo entre el Gobierno y las Farc?
-Comenzó siendo una oportunidad para tratar de ayudar a conseguir algo que en ese momento parecía muy lejano. Nos contactaron y contrataron para tratar de hacer una campaña que ayudara a que la mayor cantidad de guerrilleros posible se movilizara de manera pacífica. Con el tiempo, ese objetivo se fue volviendo más realista. Tanto el ejército como la guerrilla se dieron cuenta que ese tipo de guerras no las puede ganar ninguno de los dos. El objetivo se convirtió en traer a la guerrilla a la mesa de negociación. Creemos como comunicadores, y como creyentes de que si vivís en una democracia, debés tener derecho a decir y a pensar lo que quieras, y las demás personas te tienen que respetar por pensar distinto. Es la esencia de la comunicación. Ahí se convirtió para todos en un proyecto más personal que profesional, porque podíamos ayudar a terminar una guerra y evitar más muertes. Y eso coincidió con encontrar las verdades humanas, sino que debíamos hablarle a las personas. Entonces vino Operación Navidad y muchas de las campañas que hoy son muy famosas.
-¿Cómo cree que incidirá esto tanto en lo social como en lo económico?
-Cuando se jugó la Copa América en Colombia, la Selección Argentina no quiso ir. Yo no creo que no tuvieran razón. En ese momento, ir a Colombia era una cosa peligrosa. Me parece que un país en paz atrae inversiones extranjeras y, sobre todo, hace que la gente sea más optimista. Cuando te podés levantar por la mañana, sabiendo que la gente podrá llegar a trabajar, que podrás hacer una utilidad y que podrás pagarle a tus trabajadores, tu vida se hace más fácil. Sos más optimista, le transmitís a tus hijos la seguridad de que a ellos les puede ir mejor y que trabajando pueden salir adelante. Cuando un país está en guerra la vida es muy incierta. Eso no es bueno para nadie.
-Tras este paso tan importante. ¿Cuáles son sus expectativas, sus deseos?
-Cuando firmás la paz, lo único que estás diciendo es: "Bueno, ya nos pusimos de acuerdo. Dejemos de pelear y construyamos el país que los dos queremos". Esa es la parte más complicada, cuáles serán los acuerdos a los que llegaremos y con los que todos podremos vivir. Esta una guerra civil. Es diferente a una guerra entre países en donde, una vez finalizada, las partes no se cruzan. La gente debe empezar a vivir toda junta otra vez. Esos colombianos que estaban en determinado lugar deben volver a sus barrios y la gente los tiene que volver a aceptar. La parte del perdón es la más crítica, dejar el pasado atrás y juntos sacar al país adelante. El primer paso es aprobar la paz y el plebiscito. Hay una oposición muy fuerte al proceso de paz, que dice que no se debería aprobar y que la única forma de terminar esta guerra es militarmente. Esperemos que la gente se dé cuenta de que tenemos frente a nosotros una alternativa, que hay que darle una chance a la negociación y a la paz. De los últimos 60 años lo único que no hemos ensayado con la guerrilla es conversar y llegar a un acuerdo. Tenemos una oportunidad histórica de hacerlo. Espero que a través de la comunicación y del sentido común los ciudadanos lo apoyen.
-¿Qué fue lo que más le impactó de este proceso?
-Una cosa que me ha impresionado mucho de este proceso es la grandeza de la gente que ha sido tocada directamente por el conflicto y lo pequeñas que son las personas que no. He conocido muchas personas que han sido víctimas de secuestros, de extorsión, que han matado a sus padres, a sus hermanos o a sus hijos, que han sufrido los efectos de esta guerra. A pesar de no saber si serán capaces de perdonar, están seguros de que quieren pasar página y moverse hacia adelante. También, hay mucha gente a la cual la guerrilla no la ha tocado directamente. Yo me considero uno. No he tenido ningún familiar secuestrado, ni me han matado a nadie. Mi vida nunca ha estado en serio peligro. Esa gente en situación similar a la mía es mucho más radical. A mí me sorprende, porque a ellos la guerra no los ha tocado. Por eso, debe ser más fácil ser radical. Pero cuando empiezan a darse cuenta del horror que significa una guerra, creo que rápidamente se vuelven pacifistas.